Todo comenzó con pequeños descuidos: el agua que hervía sin parar, las llaves dejadas en la cerradura de la puerta y el nombre del vecino, imposible de recordar. Se lo achacaba al paso de los años, pero el diagnóstico de Alzheimer cambió completamente su vida.
Historias como estas relatan familiares y algunos pacientes en las primeras etapas del Alzheimer o la demencia; padecimientos neurodegenerativos que acaban con dos de las mayores fortalezas del ser humano: sus recuerdos e independencia.
Las razones detrás de los olvidos
Según la literatura médica, la demencia es la pérdida del funcionamiento cognitivo (pensar, recordar y razonar) y de las habilidades conductuales que interfieren con la vida y las actividades diarias. Entre sus causas pueden estar las lesiones en el cerebro, las enfermedades o el envejecimiento biológico propio del organismo. Su gravedad varía y va desde la etapa más leve, cuando recién comienza a interrumpir el estado de una persona, hasta causar que el individuo dependa de los demás para las tareas más sencillas.
En la cultura griega y romana la historia de la demencia estaba muy relacionada con la edad avanzada. Pitágoras define el “senium” como el período de vida después de los 63 años, cuando el cuerpo y las capacidades mentales decaen; para Hipócrates el cerebro se vuelve frío y seco con la edad, haciéndolo más propenso a la melancolía y al deterioro, por lo que consideraban el declive cognitivo como una consecuencia inevitable de la edad.
Con el avance de la ciencia se descubren nuevos agentes desencadenantes, ampliando el número de causas que generan la demencia, más allá de la edad; pues no todos los adultos mayores desarrollan la dolencia. Patologías como la diabetes, la hipertensión arterial, el tabaquismo y la depresión son condiciones a tomar en cuenta.

En ocasiones, la demencia se presenta con cuerpos de Lewy, trastornos frontotemporales y la demencia vascular. Aunque los estudios revelan la prevalencia a la demencia mixta, que es una combinación de dos o más tipos de demencia. Por ejemplo, algunas personas padecen tanto la enfermedad de Alzheimer como la demencia vascular.

Actualmente, más de 55 millones de personas tienen demencia en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Mientras cada año, hay casi diez millones de casos nuevos, convirtiéndose en una de las mayores causas de discapacidad en adultos mayores e incluso en personas jóvenes, al aparecer de forma precoz.
América Latina y el Caribe muestran la más alta prevalencia de demencia en el mundo, y se estima un incremento del 346 % hasta el 2050 en la región, de aproximadamente 16 millones de personas que la padecerán.
Alzheimer: la forma de demencia más común
Un 60% de los casos de demencia en el mundo se producen por el Alzheimer; trastorno descrito por primera vez 1906 por el médico alemán Alois Alzheimer.
Por muchos años, el Alzheimer se consideró una afección de la mediana edad, común en personas longevas. Sin embargo, no fue hasta los años 70 cuando los científicos empezaron a identificarlo como causa de demencia frecuente en personas mayores. A pesar de eso, la pérdida de memoria se consideraba parte del proceso de envejecimiento.
A medida que el cuerpo envejece, el cerebro cambia. La mayoría de nosotros en algún momento notaremos una capacidad de pensamiento más lenta y problemas ocasionales para recordar ciertas cosas. Sin embargo, la pérdida de memoria grave, la confusión y otros cambios importantes en la forma en la que funciona nuestra mente puede ser un signo de que las células del cerebro están fallando.
Cuando el Alzheimer avanza se agravan los síntomas, entre ellos, la desorientación; cambios en el humor y el comportamiento; confusión cada vez más grave en relación con eventos, horas y lugares; sospechas infundadas sobre familiares, amigos y cuidadores profesionales; pérdida de memoria y cambios en el comportamiento más graves, y finalmente, dificultad para hablar, tragar y caminar.
Hoy, cerca de 50 millones de personas en el orbe tienen este trastorno, números que, de acuerdo a las investigaciones de la Organización Mundial de la Salud, aumentarán a 89 millones en 2030.
En Cuba, los estudios realizados bajo la conducción del doctor en Ciencias Médicas Juan Libre Rodríguez, de la Unidad de Investigación de Demencia de la Universidad Médica de La Habana, permitieron estimar en 10,2 % la prevalencia de la demencia en la población cubana de 65 años y más, siendo la EA la principal causa.
Lo anterior significa que, aproximadamente, 160 000 personas viven hoy con esa dolencia en nuestro país, cifra que ascenderá a unas 273 000 para 2040.
Devolver las esperanzas pérdidas

Ni la demencia o el Alzheimer tienen cura, pero hay hábitos que reducen los potenciales riesgos. La actividad física y algunos medicamentos reducen el daño cognitivo y desde la OMS se articula el Plan Global de acción para la demencia aprobado en el 2017 .
Sobre los estudios e investigaciones sobre esta patología se han dado saltos positivos desde los 2000. En el año
Asimismo, nuestro país se encuentra entre los desarrolladores de tratamientos y estudios para el control de la demencia y el Alzheimer.
Este 2024, Cuba estableció alianzas para el avance en la molécula Cneuro-201 con el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), específicamente el Instituto de Neurobiología, con el apoyo del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología de México.
En un artículo publicado por Granma Digital, se explicaba la potente capacidad neuroprotectora de ese compuesto, capaz de desagregar las placas β-amiloides e inhibir la agregación de los péptidos β-amiloides. Resultados nada despreciables en este largo camino contra el Alzheimer.
Más allá de los avances médicos, en este campo persisten muchos estigmas hacia este padecimiento que tiene efectos físicos, psicológicos, sociales y económicos, tanto para los pacientes, sus cuidadores, las familias y la sociedad en general. Toca ahora, empoderar aún más a quienes luchan por preservar su memoria y autonomía.