Camagüey- A pocos meses de los Juegos Olímpicos de París 2024, vale la pena rememorar la historia de los atletas camagüeyanos en esta competición. Muchísimos son los nombres que vienen a la mente, pero recordamos hoy, al primero que en esta arena deportiva engrandeció al atletismo agramontino.
Bautizado como el Ciclón del Caribe – por la energía que dejaba en cada zancada- Rafael Fortún Chacón inició como pelotero, pero fueron las pistas las que capturaron definitivamente su corazón. De fildeador pasó a velocista, pasión que marcó el rumbo de su carrera, una que mantuvo gracias a su voluntad de no dejar escapar los sueños.
Fortún fue un hombre orquesta -empleado de obras públicas, aguatero y constructor- , no escapaba a nada, mientras pudiera sentir la alegría de cruzar la meta.
Su historia en los certámenes internacionales comenzó con los Juegos Panamericanos, donde el agramontino explotó su zancada para triunfar. Tres veces campeón a ese nivel y en los Centroamericanos, alcanzó un total de ocho medallas: cinco de oro y tres preseas plateadas, donde impuso nuevos récords para el evento.
Pero fue Londres, 1948 el escenario donde su nombre quedaría grabado para la inmortalidad. Junto al pinareño Ángel García Delgado, Fortún tenía la gran responsabilidad de llegar al podio de premiaciones. Ambos competían contra atletas de alto nivel y aunque no llegaron a las finales obtuvieron la motivación suficiente para nuevamente lanzarse a la próxima edición, oportunidad que le llegaría en Helsinki.
Rafael venía de los Panamericanos de Buenos Aires, Argentina en 1951 donde la delegación cubana y él mismo brillaron en la pista. Sin embargo, pese a los buenos augurios y la excelente preparación, Helsinki, 1952 solo quedaría en un imposible.
El golpe de Estado de Fulgencio Batista a pocos días de viajar a la ciudad finlandesa rompió con los planes. El apoyo a la comitiva deportiva se redujo drásticamente, por lo que solo 29 atletas llegaron a la prueba olímpica, donde el Ciclón del Caribe no consiguió pasar de las semifinales en los 100 y 200 metros planos.
La carrera de Rafael estuvo marcada por las ansias de superar la velocidad humana en la pista y hacer brillar la tierra de Agramonte internacionalmente. Falleció a pocos días de un nuevo Centroamericano en 1982 donde conduciría la antorcha hacia las nuevas generaciones. Sin embargo, a pesar de los sueños frustrados nadie podrá borrar su nombre como el primer deportista camagüeyano en las Olimpiadas.