Durante generaciones, los estereotipos de género han moldeado socialmente la percepción del rol de paternidad y maternidad en la crianza de los hijos. Tradicionalmente, se ha impuesto la idea de que el cuidado y la crianza son responsabilidades casi exclusivas de las mujeres. Este enfoque ha relegado a los hombres a un papel limitado, donde su función principal se reduce a ser el proveedor económico del hogar.
Por otra parte desde tiempos inmemoriales las féminas han sido vistas como las cuidadoras naturales, encargadas de la educación y el bienestar emocional de los niños. Este estereotipo ha sido perpetuado por diversas culturas y sociedades, donde se considera que las mujeres poseen una inclinación innata hacia el cuidado y la crianza. Como resultado, muchas han internalizado esta expectativa, sintiéndose responsables no solo del cuidado físico de los niños, sino también de su desarrollo emocional y social.
Los hombres han sido socializados para desempeñar un rol más distante en la crianza. Se les ha enseñado que su principal responsabilidad es sustentar de alimentos y monetariamente al hogar, lo que a menudo se traduce en largas jornadas laborales, y llegan hasta una desconexión emocional. Esta división del trabajo no solo limita la participación activa de los padres en la vida cotidiana de sus hijos, sino que también perpetúa una dinámica familiar que puede afectar negativamente el desarrollo emocional de los niños.
Mujeres y hombres tienen la misma responsabilidad en la crianza de los hijos. En los casos de parejas del mismo sexo, ambos deben estar involucrados y no delegar tareas en uno de los dos. La crianza también es un trabajo de equipo, ya sea dentro de una unión o luego de un divorcio.
En las últimas décadas hemos comenzado a ver un cambio significativo en estas narrativas. Cada vez más padres buscan involucrarse activamente en la crianza, desafiando los estereotipos tradicionales. La paternidad moderna aboga por una mayor equidad en la distribución de responsabilidades, reconociendo que tanto hombres como mujeres pueden y deben compartir la responsabilidad del cuidado y encaminado de los hijos.
Desde el puto de vista legal se han dado pasos de avances significativos en el aspecto de equilibrar responsabilidades parentales. En el caso particular de Cuba, constituye un logro Tal es el caso de la licencia de paternidad luego del nacimiento de los hijos. Otro asunto es el cambio de mentalidad en los entornos laborales y sociales respecto a este tema.
Este cambio no solo beneficia a los padres, quienes encuentran satisfacción y conexión en su papel activo, sino que también enriquece la vida emocional de los niños, quienes se benefician de la presencia y el apoyo de ambos progenitores.
La evolución hacia una paternidad más inclusiva y equitativa es un paso fundamental para construir familias más sanas y equilibradas, donde cada miembro pueda contribuir plenamente a la construcción de la familia.