“Los jóvenes de ayer y los del mañana”

Por Yarisbet Jomarrón/Televisión Camagüey

Si nos remontamos al año 1923, recordaremos que ese período se caracterizó sobre todo por una gran efervescencia universitaria. Para ese entonces el Directorio Estudiantil Universitario, la Federación Estudiantil Universitaria, la realización del Congreso Nacional de Estudiantes y la figura de Julio Antonio Mella desempeñaron un papel fundamental en la creación de la Universidad Popular José Martí.

Mella inspirado en abrir una senda de luz para la generación de los obreros, como bien expresara durante el Congreso, aludió a la necesidad de crear la Universidad Popular. El 3 de noviembre de ese año se funda en el aula Magna de la Universidad de La Habana, que uniría a estudiantes e intelectuales y dejaría el camino abierto a un futuro mejor.

Clausurada en 1927 por el peligro que significaba para los intereses del gobierno de Machado, Mella escribiría desde el exilio: “las aulas se han cerrado pero las páginas de los libros se abren…. La Universidad Popular José Martí vive. Muchos han caído. Muchos más caerán. Pero todavía no se ha matado una sola idea un solo principio”.

Palabras tan certeras anunciarían la continuidad de una enseñanza que desde ese entonces dejó raíces sólidas. Cada momento de la historia ubicado en su contexto ha tenido sus particularidades. La juventud revolucionaria de antes del 59 encaminaría su destino a la lucha sin descanso.

Una vez triunfada la revolución la enseñanza superior tomaría fuerza. En la actualidad las universidades cubanas gozan de prestigio en el mundo entero, cuentan con un claustro de profesores preparados y los nuevos estudiantes hacen suyo el lema de que “todo tiempo futuro tiene que ser mejor”.

Siguiendo el ejemplo de esas grandes figuras juveniles que marcaron pauta en su época, la lucha de hoy se encamina al rescate de lo logrado y la conquista del mañana. Cada vez son más los cursos de superación que se ofertan, subiendo no solo el nivel educacional sino también el profesionalismo.

La universidad del presente tiene que hacer más, y quiénes hacen a la universidad si no son los estudiantes. La nueva era digitalizada y con opciones y modos de vivir y pensar diferentes al de hace 80 años atrás, trae a contexto una juventud mucho más precipitada en su andar y pensar.

Pero lo que nunca se debe olvidar es que los cimientos del pasado son la fortaleza y el soporte de todo lo logrado. Es por ello que una de las tareas fundamentales de estos tiempos es la de formar y sembrar en los jóvenes ideas profundas de amor y sentido de pertenencia para con la patria, su cultura e historia.