Un repique de campanas (+VIDEO)

El 10 de octubre de 1868, el abogado patriota bayamés Carlos Manuel de Céspedes  liberó a sus esclavos y alzó en armas a los cubanos, primer hecho fundacional del proceso revolucionario por la liberación nacional de Cuba.

En el batey del ingenio “La Demajagua”, al oriente de la Isla, ante unos 500 congregados, el líder la sublevación que removería los cimientos del colonialismo español expresó:

“Ciudadanos, ese sol que veis alzarse por la cumbre del Turquino viene a alumbrar el primer día de libertad e independencia de Cuba”.

En el momento del estallido revolucionario, según datos de 1862,  la población esclava ascendía a más de 300 mil hombres y mujeres, más del 70 por ciento en la región occidental. Había también alrededor de 200 mil mulatos y negros libres (41,3 por ciento en occidente, 20, 5 por ciento en el centro y 38,2 por ciento en oriente).

Céspedes borró ese fantasma del escenario cubano al saludar a sus esclavos que quedaron libres en ese momento e invitar a otros dueños presentes que igual lo hicieran.

“¡Ciudadanos, exclamó, hasta este momento habéis sido esclavos míos. Desde ahora, sois tan libres como yo. Cuba necesita de todos sus hijos para conquistar la independencia!”

El repique de la campana de su fábrica de azúcar, bajo un sol brillante, significó hace 152 años un triunfo de las ideas independentistas que desde hace años habían emprendido los hijos de la tierra. Así comenzó esta primera guerra independentista que tuvo un carácter nacional-liberador, democrático y antiesclavista.

Esa mañana el patricio bayamés pronunció la declaración de independencia conocida como Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba o Manifiesto del 10 de Octubre.

La aspiración a una república laica, la formación del ciudadano con deberes y derechos, y la preparación patriótica de los hombres que conquistarían la independencia, fueron los objetivos principales de las aproximadamente 20 logias masónicas que se crearon en todo el país en aquella época. Las más significativas fueron Tínima de Camagüey, Estrella Tropical de Bayamo y Buena Fe de Manzanillo.

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Maduró una conciencia nacional patriótica entre los cubanos, y aunque la oligarquía esclavista se mantuvo sometida a España, se fundó para siempre la nación cubana.

 

No fue un acto simple el protagonizado por Carlos Manuel de Céspedes aquel 10 de octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua. Liberar a sus esclavos y proclamar el inicio de nuestras gestas independentistas; implicaba en primer lugar el haber comprendido a profundidad la difícil situación de la isla dominada por una metrópoli extranjera. La gravedad del asunto le hizo desestimar su calidad de hacendado y sumarse al intento de lograr la independencia de Cuba. (Yeter Palmero)