La debacle mercenaria

«En lo adelante el pueblo ganará todas sus batallas, porque el pueblo aprendió a ganar después de haber conquistado no solo la Revolución, sino el tenerla asegurada para sí, y ganará también las demás batallas».(Fidel en su discurso en Camagüey el 4 de enero de 1959

Mucho sudor y sangre ha costado el enfrentamiento a los planes agresores y desestabilizadores de los “vecinos” del norte revuelto y brutal, gobiernos acólitos y vendepatrias rastacueros, para defender una sociedad de todos y para el bien de todos. Desde enero de 1959 teníamos la libertad que nos dio el derecho a luchar. En modo alguno los cubanos podemos olvidar la historia patria.

Desde entonces a la actualidad, tres mil 478 cubanos han perdido la vida y otros dos mil 099 han sido incapacitados por actos terroristas contra nuestro pueblo, desde el asesinato de un campesino hasta una invasión mercenaria.

En el mes de febrero de 1961, apenas dos años del triunfo de las fuerzas revolucionarias, se incrementaron en todo el país las acciones terroristas con aspectos más relevantes desde el incendio de la tienda habanera por departamentos El Encanto el 13 de abril.

No podemos olvidar que en la madrugada del 15 de abril de 1961 aviones mercenarios atacaron sorpresivamente los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba: era el preludio de la invasión por Playa Girón.
 

«Si este ataque aéreo fuese el preludio de una invasión, –dijo el Comandante en Jefe– el país en pie de lucha resistirá y destruirá con mano de hierro cualquier fuerza que intente desembarcar en nuestra tierra».

En las primeras horas del 17 de abril de 1961 comenzó en la Bahía de Cochinos, en la costa sur de la Isla, el desembarco de la denominada Brigada 2506, integrada por mil 500 efectivos, fuertemente entrenados y armados por los Estados Unidos, con tanques, artillería de campaña y el apoyo una treintena de aviones.

Habían salido de Puerto Cabezas, Nicaragua, a bordo de cinco buques de guerra y escoltados por otras unidades navales norteamericanas, con dirección a Playa Girón y Playa Larga. El objetivo era ocupar una porción del territorio cubano y constituir un gobierno provisional contrarrevolucionario que obtendría de inmediato la intervención de los Estados Unidos, uno de los aspectos culminantes de la Operación Pluto, el proyecto más poderoso jamás organizado por la CIA, aprobado un año antes por el presidente Dwight Eisenhower (General de cinco estrellas en la II Guerra Mundial), y llevado a cabo por su sucesor John F. Kennedy.

¿Quiénes arribaron a nuestras costas en las barcazas de desembarco y los transportes de paracaidistas?: 110 latifundistas, 24 grandes propietarios, 67 casatenientes, 112 grandes comerciantes, 194 ex militares y esbirros, 179 acomodados, 55 magnates industriales, 112 lumpen, 236 empleados fijos, 82 altos empleados y 200 socios de clubes aristocráticos. En fin, la flor y nata de la oligarquía que odiaba y temía a la Revolución triunfante.

El teatro de operaciones escogido por la inteligencia enemiga les favorecía por terrenos pantanosos, pobremente habitados y con apenas tres vías de accesos. Incluso un miembro de la tropa ingeniera había laborado en ese lugar.

Sin embargo, Fidel según testimonio del periodista Luis Báez, a finales de marzo visitó los centros turísticos que se construían en la zona y expresó “Este es el lugar ideal para desembarcar” y seguidamente exclamó: “¡Va y estos h de p… se lanzan por aquí…!”

Pensando en voz alta agregó: “Vamos a instalar una ametralladora calibre 50 en el tanque de agua —se encontraba ubicado a una considerable altura— y otra frente a la pista de aviación”. Habló de situar cuatro bocas y un batallón de infantería. La marcha de los acontecimientos no permitió completar las órdenes.

El primer tope de las huestes invasoras fue con milicianos que hacían guardia en la playa y transmitieron el mensaje del desembarco, y con el batallón 339 que estaba en las cercanías del central Australia y fue movilizado a toda la velocidad hacia Playa Larga, donde sostuvieron un combate desigual.

Paulatinamente, se fueron sumando a la ofensiva revolucionaria otros batallones de milicianos de localidades aledañas y pobladores que exigían armas y un puñado de balas; combatientes de la Columna Uno “José Martí” del Ejército Rebelde y la Policía Nacional Revolucionaria; unidades de nuevos tanques, cuyas tripulaciones tenían una preparación elemental, y artillería terrestre, que batió a cañonazos las áreas de desembarco.

Además, llegaron a la zona de combate los jóvenes de las antiaéreas que fueron un látigo contra los pilotos mercenarios, los pocos, pero certeros aviones y la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas, con efectivos bien entrenados.

La presencia de Fidel en la zona de operaciones fue estimulante para los defensores de la Patria. Por tal razón, se avanzó sin descanso para cumplir la orden de liquidar la invasión de los vendepatrias antes de las 72 horas.

A las 17:30 horas del 19 de abril, la incursión mercenaria estaba totalmente derrotada, aunque a un elevado costo de bravos compatriotas muertos y heridos en las acciones combativas.

El Jefe de la Brigada mercenaria 2506, José Antonio Pérez San Román había desechado la idea de sumarse a las bandas contrarrevolucionarias en el Escambray y esa tarde transmitía un mensaje a sus superiores de la CIA “Estoy destruyendo todos los equipos y las comunicaciones. Hay tanques a la vista. Ya no tengo con qué luchar. Huyo hacia el monte. No puedo esperar por ustedes”.

La debacle mercenaria.

 

Fuentes:

http://www.bohemia.cu/dossiers/politica/01_fidel/reflexiones/espanol/2011/fidel-castro-reflexiones-15-04-11.html

http://www.granma.cu/granmad/secciones/giron-50/artic-22.html