Celia, la madrina de la Revolución

Con los nombres de Norma, Aly, Carmen, Liliana o Caridad, siempre fue imprescindible Celia, tal como una madrina del movimiento revolucionario cubano, desde el aseguramiento al desembarco en el siempre Oriente rebelde de Fidel y la tropa expedicionaria del Granma, aquel dos de diciembre de 1956, la primera guerrillera en la Sierra Maestra y hasta la constructora de futuro patrio.

Celia Sánchez Manduley, de vocación martiana,  era en sí el reflejo materializado del pensamiento de José Martí, expresado en el periódico Patria, en  mayo de 1892: “(…) las campañas de los pueblos sólo son débiles, cuando en ellas no se alista  el corazón de la mujer”.

Para quien tenga la oportunidad de constatar testimonios de personas allegadas a la heroína cubana, que cumple 101 años de su nacimiento, siempre encontrará palabras como símbolo, modestia, humanismo, consagración, fervor revolucionario, amor a la naturaleza, atención a los humildes…

Como bien se sentencia muchas veces: «cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia…», su nombre completo era Celia Esther de los Desamparados.

Hace un tiempo tomé notas de un artículo de Giraldo Mazola, diplomático y periodista cubano, a quien conocí en los primeros años de formación profesional en el periódico camagüeyano Adelante.

“Muchos aseguran que, como las personas buenas no mueren,–argumentaba Mazola– ella aparece entre las flores, los helechos arborescentes o las chinas pelonas de los arroyos de la Sierra (…)

Junto a su padre vindicó al Apóstol en el año de su centenario (28 de enero de 1953) colocando en la cresta del pico Turquino el busto de Martí, que desde allí oteaba el horizonte como reclamando la conclusión de su obra (…)

Ella no sabía que ese mismo año, en Santiago, un centenar de jóvenes iniciarían el intento de reivindicarlo, inmolándose en el cuartel Moncada. Tampoco imaginó que volvería a aquella cúspide acompañando al líder de los moncadistas, vestida de verde olivo, como primera guerrillera con un fusil colgado en su tierno hombro de mujer (…)”

Durante intensos y creativos 23 años trabajó como estrecha colaboradora al lado del Comandante en Jefe Fidel Castro, desde la guerra de liberación hasta el encargo de secretaria del  Consejo de Ministros de Cuba (1962-1976) y posteriormente en el Consejo de Estado y como miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

La sonrisa cálida y dulce de esa incansable luchadora revolucionaria adquiere un resplandor especial este nueve de mayo para las nuevas generaciones de cubanos y amigos de todo el mundo. Celia vive en el corazón del pueblo