Antes de la existencia de la medicina moderna y su farmacopea de medicamentos sintéticos, ya las civilizaciones antiguas habían descubierto el “secreto” de cada especie de plantas y utilizado sus propiedades benéficas en bien de la salud humana.
Así las empleaban con éxito en la cura de dolencias sencillas y comunes, y hasta en males que podrían desencadenar en la muerte.
Ello lo atestigua la existencia del antiguo papiro egipcio de Ebers, un rollo del año 1550 a.C. de más de 100 páginas, que contiene 700 hierbas medicinales y cómo usarlas, mientras el tratado hipocrático griego del siglo XVI a.C. también detalla el uso de la medicina herbal, de acuerdo con la enciclopedia cubana EcuRed.
Posteriormente, durante los años 1800 e inicios de 1900, el conocimiento de la medicina herbolaria pasó de generación en generación y resultaba común que en las amas de casa recayera ese conocimiento, y se convirtiera en una especie de médico familiar y muchas llegaban a preparar hasta tónicos herbales y otros remedios.
Regalo de la naturaleza, lo cierto es que las plantas medicinales fueron usadas por tribus de diferentes confines, lo mismo para combatir enfermedades que para romper maleficios, al apropiarse de los conocimientos y además de supersticiones heredadas de sus antepasados, que fueron transmitiéndose de generación en generación, hasta llegar a nuestros días.
Con el paso del tiempo y el avance de la ciencia se fueron fabricando muchos medicamentos a base de extractos vegetales, los cuales se pueden encontrar de diferentes maneras y formas, como cápsulas, comprimidos, cremas, infusiones, jarabes y otros.
La necesidad de incrementar la salud de la población, impone en Cuba el aprendizaje y la adquisición de estilos de vida sanos que incluyan hábitos nutricionales, de actividad física y mental, comprendidos dentro de la Medicina Natural y Tradicional, variante que, desde el Sistema Nacional de Salud, se continuó fortaleciendo y ya son muchos sus seguidores.
Forman parte de ese programa las plantas medicinales, y se pueden encontrar en todo el país en organopónicos y en fincas aportadoras de materias primas para la elaboración de fármacos, que son expendidos en farmacias especializadas, con gran demanda.
Entre las más conocidas y buscadas por la población, se encuentran la flor de la caléndula, un antiinflamatorio natural, ideal para quemaduras e irritación de piel, úlceras e infecciones y la raíz de la cúrcuma, con cualidades antiinflamatorias, beneficiosa en tratamientos para la artritis, el hígado, la soriasis, y para la eliminación de sustancias cancerosas.
El cilantro es demandado por mejorar trastornos digestivos y propiciar la eliminación de los gases, en tanto, quienes han empleado el comino con fines medicinales, aseguran que resulta un eficaz diurético, además de combatir el reumatismo.
En estos tiempos de pandemia y de infecciones respiratorias, son recomendados determinados remedios caseros y las personas tienen como aliado al eucalipto, cuyas hojas usan en vaporizaciones de cara a limpiar las vías respiratorias, e incide de manera favorable, además, en casos de asma, tos, gripe y bronquitis.
Muy solicitados por sus propiedades curativas son el jengibre y las hojas de laurel. La raíz del primero, es un antivomitivo, eficaz también contra mareos, bueno para el corazón y el aparato circulatorio, el síndrome de fatiga crónica y la sinusitis, y las hojas de laurel molidas, divinas para tratamientos de arterioesclerosis, reuma, bronquios, gripe y aparato
respiratorio.
Y así la lista sería interminable, de ahí que mucha gente agradece a la naturaleza la existencia de esas plantas, pues en buena medida son “responsables” de su sueño tranquilo y placentero al tener en casa, al alcance de la mano, el remedio “mágico” para curar o mejorar la salud.
Tomado de Adelante