Preciso es dirigir la principal atención en el enfrentamiento y contención definitiva de la COVID-19 —mediante el cumplimiento estricto de las medidas del Ministerio de Salud Pública y las acciones ejecutadas por las zonas de defensa del país—, pero no podemos bajar la guardia este verano cuando convergen la lluvia, el calor y la humedad, tres elementos climáticos idóneos para el desarrollo de eventos infecciosos provocados por el mosquito transmisor del dengue, el zika, la chikungunya y la fiebre amarilla.
Lo primero es comenzar por casa: ahora somos más para caerles arriba a los patios sucios y enyerbados, para colocar boca abajo las vasijas que de otro modo al llover se llenan de agua y se convierten en hospedajes cinco estrellas para el molesto y mortal insecto y otros vectores dañinos a la salud: ratones, moscas, cucarachas…
Tampoco podemos desmayar en lo que sabemos hacer: eliminar micro-vertederos, limpiar las zanjas,tapar los inevitables tanques que contienen agua potable para que no proliferen las larvas… y convencernos, amén de los baches inundados por la lluvia, que hasta en la corteza circular de un anoncillo, la cáscara de huevo, la tapita plástica y la bolsita de nailon llevada por el viento en techos y jardines, vive a sus anchas el insecto asesino. Así se esconde en nuestras casas, que debemos abrir a la fumigación cuando los abnegados trabajadores de la Salud visiten nuestros hogares con tal fin.
Tampoco hay justificación para no mantener los centros laborales limpios y protegidos del dañino mosquito. Hay más tiempo en la mayoría de los locales laborales y mucha experiencia para cerrarles el paso a los focos contagiosos que cada año causan perjuicios en nuestra provincia.
En tiempos de COVID-19, el mosquito puede incrementar las afectaciones en la salud, ya marcadas por la actual pandemia universal de la cual todavía no hemos escapado. Es en esta etapa de contención y enfrentamiento cuando todos debemos llevar a la par la vigilancia y preservación de las vidas humanas frente al letal coronavirus y las evitables epidemias causadas por el conocido insecto de las patas rayadas.