¿Para qué voy a querer otro Partido?

Desde mi butaca o trabajando en la computadora, desde la  ciudad de Camagüey,  he apreciado las intensas sesiones del Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba, en estos días victoriosos de abril que se reiteran en la historia patria.

Replicada como hace cinco años, igualmente, fue la pregunta individual  –a veces compartida con otras personas allegadas– ¿Por qué no quiero otro partido?

Esta es la reflexión de aquel adolescente que de buenas a primera se vio envuelto en la vorágine de rebeldes barbudos que bajaron de la Sierra Maestra con una estela de nuevas propuestas para la vida social del pueblo cubano. Una tarea que no ha sido nada fácil, pero hizo el camino propio al socialismo y actualmente perfecciona su andar.

Puedo contar los nuevos capítulos de la Historia de Cuba desde el seno de una familia hacendosa, de origen obrero, que desde los primeros momentos recibió los beneficios de la Revolución, cuando pagaron alquileres más bajos por sus viviendas, a pesar de la ojeriza de los casatenientes por motivo de la Reforma Urbana (octubre 1960) quienes al final recibieron sus compensaciones.

Un año después, en tanto se desplegaba la Campaña de Alfabetización a todo (1961) lo largo del “verde caimán”, luego de los sacrificios de mis hermanas para costear escuelas privadas, me incorporé al sistema educacional gratuito desde la escuela primaria hasta graduarme en la Universidad.

En todo el tiempo trascurrido desde aquella primera vacunación contra la poliomielitis, hemos recibido tanto personal, como mi esposa, hijos, nietos  y biznieto los beneficios de una salud gratuita, para atender achaques asmáticos, presión alta, hasta diabetes, tanto en el cercano consultorio del médico de la familia como otros centros asistenciales y  hospitales que se multiplicaron en “la suave comarca de pastores y sombreros”, descrita por el poeta coterráneo Nicolás Guillén.

Aun en  tiempos de estrecheces, por acciones de un cruel enemigo, detrás de un descorchado en la pared, existieron hombres y mujeres con amplio sentido de consagración y conocimiento actualizado, además de equipamiento de primera línea. Ellos no distinguen bolsillos, color de la piel, credo religioso o político, para prestar TOTALMENTE GRATIS atención médica del primer mundo. Mi hijo mayor es uno de los consagrados a la salud en Cuba y allende los mares

Cuatro generaciones de cubanos y muchos amigos en el mundo sienten satisfacción por compartir los principios  revolucionarios de nuestro Partido, el martiano hasta la médula, antiimperialista,  líder optimista en batallas de fuego y de ideas contra las desigualdades en la humanidad, el riguroso opositor a los errores y las cosas que están mal hechas.

Papá tenía que combinar su trabajo en la imprenta con el de chofer del carro del dueño los domingos, a misa y paseo, y dar clases particulares de mecanografía. Mis hermanas una maestra y la otra contadora. Todos, incluso los actuales miembros de la familia: contadora, periodistas, maestros, enfermeros, disfrutamos de un empleo seguro, digno, y otros beneficios laborales, después del triunfo de la Revolución.

En los últimos meses, ha sido necesario asegurar todas las fuerzas y medios para enfrentar la COVID-19 y el recrudecimiento del bloqueo de los EE.UU. En el informe central al Octavo Congreso, Raúl comentó que «el costo hubiese sido menos oneroso si no tuviésemos que acudir a mercados lejanos; la persecución financiera adquirió una verdadera cacería contra las transacciones cubanas, contra los servicios que importamos y el cobro de lo que exportamos»

A la par, en Cuba se comenzó a aplicar la Tarea Ordenamiento, la cual no constituye una solución mágica de la economía, pero permitirá ordenar y transparentar los diferentes actores e insertar el amor al trabajo. «El nivel de vida de los cubanos –apuntó Raúl– deberá estar marcado por los ingresos legales que recibe y no por subsidios y gratuidades indebidas”.

¿Qué habrá post congreso del PCC? Todo se va esclareciendo con la aprobación de un conjunto de resoluciones aportadas por las Comisiones que sesionaron en los dos días iniciales del encuentro y la transferencia de las principales responsabilidades por la generación histórica a las nuevas generaciones.

También es fundamental una decisión y un concepto trascendido en la principal reunión de los militantes comunistas cubanos:

«En lo que a mí se refiere, concluye mi tarea como Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba con la satisfacción del deber cumplido y la confianza en el futuro de la Patria, con la meditada convicción de no aceptar propuestas para mantenerme en los órganos superiores de la organización partidista, en cuyas filas continuaré militando como un combatiente revolucionario más, dispuesto a aportar mi modesta contribución hasta el final de la vida».

¿Para qué entonces voy a querer otro Partido?

Pienso en aquellos que llaman con cantos de sirena al arrepentimiento, a la solución individualista, cómoda,  de fortuna y conciencia. Para la respuesta bien vale un párrafo de la canción “El Necio”, del cantautor cubano Silvio Rodríguez:

    Yo quiero seguir jugando a lo perdido,

    yo quiero ser a la zurda más que diestro,

    yo quiero hacer un congreso del unido,

    yo quiero rezar a fondo un hijo nuestro.

    Dirán que pasó de moda la locura,

    dirán que la gente es mala y no merece,

    mas yo seguiré soñando travesuras

    (acaso multiplicar panes y peces).