Van Horne y los caminos de hierro

En torno a la inauguración  del novedoso bulevar de esta ciudad, en la cuadra comprendida entre primer tramo peatonal de República y Avellaneda, reflexioné  como  algunas personas aluden  al nombre de la calle: Van Horne, el llamado “rey de los ferrocarriles”.

Cuando coinciden variados puntos de vistas no es posible ser categórico, sobre todo si estamos frente a un resplandeciente  programa constructivo y restaurador que  mostrará a lugareños y visitantes un acogedor lugar en torno a la vetusta estación de trenes, que preservará patrimonio documental del sector. (Foto Bárbara Suárez)

Igualmente, cuenta  con varias instalaciones comerciales y un parque temático sobre la tradición ferroviaria, un proyecto único en nuestro país, emprendido por la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey.

Más que el nombre difundido, uno de los tres que posee de la calle: Nueva, Van Horne y Mario Arostegui, el hecho de saber que se mostrarán una decena de viejas locomotoras  trae a la memoria de este sexagenario las noches en que de la mano de su padre realizaba caminatas hasta el Parque Finlay para apreciar las máquinas de vapor, aquellas moles de hierro pintadas de negro, con listas y números en blanco; el singular silbato y rítmico andar; y también las modernas de diesel, con  llamativos colores.

Por demás, aunque periodista, pertenezco con orgullo a un árbol genealógico tres  tíos e igual cantidad de primos trabajadores ferroviarios, quienes como muchos principeños fueron mecánicos, electricistas, hojalateros…en el importante complejo de talleres en el centro de la Isla.

Como el acontecimiento es muy cercano, personalmente, me llama la atención que entre las respuestas al señalamiento del nombre de la calle  recibí la frase latina «Vox populi” (voz del pueblo). Por tal razón, el convite a investigar aspectos históricos.

El problema es otro, amigas y amigos míos. Entre los camagüeyanos está arraigada «la interrelación existente entre la toponimia urbana y el catolicismo» según destaca el investigador Marcos Tamanes Henderson (1). En una relación de 127 nombres de calles y callejones, aparece San Esteban –donde nací– por Oscar Primelles, San Ramón por Enrique José Varona, Príncipe en lugar Gregorio Benítez…

En la referencia número 86 del “Libro Calles y Callejones de Camagüey: entre la leyenda y la historia” la referida cuadra surgida al calor de la construcción del ferrocarril recibió en l909 el nombre de Nueva; en 1922 fue rebautizada con el apellido del norteamericano –con título de la corona británica– y finalmente radicado en Canadá (Sir William) Van Horne, aunque ya por ese tiempo identificaba a una avenida en el reparto Garrido.

Tras el triunfo de la Revolución se cambia la denominación por el de Mario Arostegui Recio, obrero ferroviario y primer mártir camagüeyano en la lucha contra la dictadura de Batista.

Una observación en el lugar confirman este dato la señalética del parque Mario Arostegui en la esquina con República y en la pared del Hotel Plaza, en el otro extremo, existe una placa mal cuidada a pesar de la rehabilitaciones del edificio con el nombre del mártir camagüeyano. Tan solo consigna la OHCC, en sendos pancartas bien ilustradas, el nombre de Van Horne para el lugar donde situarán las locomotoras antiguas.

Esta situación de varios nombres para una sola calle, sin dudas, ocasiona incongruencias por la no verificación correcta de solicitantes o de los tramitadores, según he apreciado, en el carné de identidad, registro de electores, título de la vivienda y otros documentos legales. También en referencias históricas.

Los Ferrocarriles Consolidados de Cuba fueron una de las puntas de lanza capitalista para buscar beneficios en los albores de la seudorepública en la Mayor de las Antillas, según consigna el periodista Eduardo Labrada Rodríguez en un artículo publicado el 18 de diciembre de 1974 en el periódico ”Adelante”.

En New Jersey EE.UU. se inscribe la empresa  “The Cuban Company” en el año 1900 «con el fin de construir y explotar una vía férrea entre Santa Clara y Santiago de Cuba», con un trazado de 543 kilómetros y bajo la dirección del emprendedor  ingeniero Sir William Van Horne, que ya tenía experiencias en tierras canadienses. La Reina Victoria concedió a Van Horne título de Caballero Jefe de San Miguel y San Jorge, por realizar en Canadá una obra ferroviaria similar.

 En cierta medida constituía por un aparte un punto de progreso y por otro, una quimera en la Isla devastada por una segunda guerra contra España y cuyo triunfo de las armas cubanas fue arrebatada por la intervención norteamericana.

Más de 500 jornaleros procedentes de las Islas Canarias –según los datos del artículo citado–  son contratados engañosamente para las tareas de pico y pala junto a cinco mil cubanos en esta ruta que fue uno de los acontecimientos más importantes a inicios del siglo veinte.

De cierta manera, con algunos colegas e investigadores consultados, se trascienden las artimañas con propietarios de tierras, aunque otros visionan mejores perspectivas con el paso por sus fincas de las líneas férreas. Entre 1898 y 1902 se ejecuta la obra, con capital estadounidense  y pequeña contribución “benevolente” del presidente Estrada Palma.

A las diez de la mañana del 30 de mayo de 1902 arriba el primer tren por la vía central, a esta ciudad. Era el proyecto de Ferrocarril Central que los españoles, en más de trescientos años de dominación y explotación, sólo supieron estudiar.

Otras referencias similares y argumentadas sobre el desarrollo y la explotación de los caminos de hierro se pueden acceder en el libro “…Y llegó el Comandante y mandó a parar”, editado por el Equipo Provincial de Historia del Partido Comunista de Cuba, a cargo de Manuel de J. Lefrán.

Igualmente,  pueden ser consultadas  las entradas que corresponden a Van Horne en el “Índice Histórico de Camagüey (1899-1952)”, donde es posible conocer sus operaciones inversionistas no solo en los ferrocarriles.

Este estado de cosas se presta a confusión. En otras ocasiones se ha actuado diferente, pues ha habido más difusión de los argumentos y promoción de la idea como en el caso de sustituir la designación de Estrada Palma a una céntrica calle por la de Ignacio Agramonte. A nadie se le ocurriría mencionar lo contrario, aún cuando nueve vías de la ciudad de Camagüey tienen el nombre del insigne patriota.

¿Será necesario un consenso: Nueva, Van Horne o Mario Arostegui?