Agramonte se suma a la insurrección armada

El once de noviembre de 1868 marcó un hito en independentista camagüeyano Ignacio Agramonte Loynaz cuando se suma al pequeño contingente de insurrectos en el ingenio “El Oriente”, a una veintena kilómetros del poblado de Sibanicú. Ya había transcurrido más de un mes del levantamiento en La Demajagua, donde Carlos Manuel de Céspedes convocaba a remover los cimientos del colonialismo español y brindara a los blancos criollos, negros y mulatos libres o esclavos la opción de conquistar a plomo y fuego las ideas emancipadoras de la Isla.

Apremiados por la marcha de los acontecimientos y un fuerte sentimiento patriótico, desde la mañana del día cuatro representantes del Camagüey se habían sumado o a la rebelión en Paso de las Clavellinas del río Saramaguacán, a unas tres leguas al norte de Puerto Príncipe, pero el abogado Ignacio había estado ausente a por el cumplimiento de misiones clandestinas, encargado por Salvador Cisneros, para lograr la alianza de media docena de alzados contra la corona española y otras relacionadas con la Junta Revolucionaria y en la recolección de  armas.

Sobre estos días luctuosos, donde se había liberado Bayamo del gobierno español y dado a conocer el himno nacional y llevada a cabo la primera carga al machete – a cargo del dominicano Máximo Gómez Báez– la historiadora camagüeyana Elda Cento (1952-2019) destaca “[…] Vista Cuba en su totalidad –entendida esta como un horizonte-las huellas de un independentismo primigenio,  de raíz bolivariana y latinoamericanista, son muy numerosas. No podía ser de otra manera.”

En los sueños de independencia –según expuso en otra oportunidad la Máster en Ciencias– fue Puerto Príncipe uno de los escenarios claves en las ideas abolicionistas de la rebelión de negros y mulatos encabezada por José Antonio Aponte (1812), la que junto a otras acciones semejantes acrecentó el miedo del gobierno español a insurrecciones como las enfrentadas en el continente americano.

Ignacio Agramonte llega al ingenio “El Oriente” junto a su hermano Enrique y un criado de la familia. El bautismo de fuego de los jóvenes patriotas fue el 28 de noviembre en Cejas de Bonilla, Minas, cuando  emboscaron a un tren que se dirigía a Nuevitas, con ochocientos soldados españoles y artillería comandados por el Conde de Valmaseda. El enemigo dejó el convoy abandonado, más de 70 cadáveres insepultos, y se retiró por el camino de San Miguel.

Al valorar los éxitos de la primera acción armada, Salvador Cisneros Betancourt  destaca «se portó Ignacio muy valiente y bien; en un principio rechazó a más de media docena de soldados que intentaron llegar hasta él, más habiendo sido herido levemente, su primo y concuño Eduardo (Agramonte Piña), muy al principio de la acción, dejó el campo para acompañarle y llevárselo del frente…»

A partir del combate de Bonilla, a la edad de 27 años, Agramonte inició junto a sus dotes políticas el ascenso militar en más de un centenar de combates que lo llevó a ostentar el grado de Mayor General del Ejército Libertador y ser uno de los principales líderes de la Guerra de los Diez Años.

“El Mayor cayó en combate el quinto año de la guerra independentista, el 11 de mayo de 1873,  en el potrero de Jimaguayú, al sur de la ciudad de Camagüey.