Un baño de flores a la Patrona

Los cubanos somos mestizos hasta en la religiosidad. Desde hace más de 400 años, la población de la Isla caribeña precedida por con una mezcla de  la cultura aborigen, española y africana. Este es el resultado de la interacción con el medio natural, social y espiritual, sus gustos, costumbres, tradiciones, hábitos, modo de pensar y actuar.

Tales son las razones, por la que hoy ocho de septiembre, no solo la comunidad católica festeja a la Virgen de la Caridad del Cobre, pues muchos de los que forman parte de la diversidad religiosa expresan su devoción – aunque sea solo por respeto a la tradición familiar– en los colores amarillos de las vestimentas, los girasoles en las manos o una imagen alegórica  en lugares especiales de la casa.

La leyenda refiere que en 1612  dos hermanos indios y un negrito de nueve o diez años habían salido a buscar sal y encontraron flotando en el mar una escultura  de regular tamaño, el rostro algo moreno, los ojos dulces, majestuosos y vivos. En su mano izquierda sostenía un hermosísimo Niño Jesús, y en su derecha sustentaba una cruz de oro. Sobre la tabla donde navegaba la venerada imagen, unas letras grandes y claras decían: “Yo soy la Virgen de la Caridad”.

Posteriormente, la efigie católica fue trasladada a una localidad  minera a cielo abierto, rica en cobre, en las cercanías de la villa de Santiago de Cuba, en la costa sur del oriente de la isla. Allí se erige un santuario en su honor, al que acuden cubanos y extranjeros atraídos por las historias y creencias.

La Virgen de la Caridad es llevada por los mambises a la manigua en la guerra de IndependenciaLa Caridad del Cobre  también ha sido venerada desde los tiempos de los negros esclavos a través de los cultos sincréticos afrocubanos como Ochún, la diosa del amor y del dinero, dueña de las aguas dulces.

La devoción de la Virgen estuvo muy ligada a la historia de nuestro pueblo, en las buenas y en las malas, desde las luchas contra el colonialismo español  como en las guerras de los Diez Años (l868 -1878) y de la Independencia (1895 -1898). Se cuenta que hasta el propio general Antonio Maceo tenía al cuello un escapulario con la imagen de la Caridad del Cobre.

Por aquel entonces había una copla que decía:

“Virgen de la Caridad,

 Patrona de los cubanos,

 Con el machete en la mano,

pedimos la libertad”.

La Patrona de Cuba estuvo presente en las demandas de protección espiritual de los rebeldes mientras escribían  las bellas páginas que condujeron al triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959 y, posteriormente, en la construcción de la nueva sociedad donde la conocida parábola de las misteriosas huellas en las arena, estuvo presente en un camino largo de la sencilla plegaria, a veces difícil y contradictorio, pero con espacios al

dialogo en un clima de respeto en la relación Iglesia-Estado-Sociedad.

Tres máximos representantes de la iglesia católica han visitado el santuario en una veintena de años: Juan Pablo II (enero de 1998), quien coronó y bendijo a la Virgen de la Caridad del Cobre; Benedicto XVI (marzo del 2012) que le otorgó la Rosa de Oro, y el Papa Francisco, quien le trajo en ofrenda un precioso florero de plata con flores de este mismo material desde el tallo y pétalos de cerámica.

 

Este ocho de septiembre es imposible soslayar que la Virgen de la Caridad del Cobre une a los cubanos en el sentimiento nacional y en la historia. Así lo afirmó el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez en su cuenta de Twitter:

“La Virgen cubana y la Revolución de todas las flores. «El camino no será fácil, pero el baño de flores triunfal de la Revolución cubana ya ocurrió durante una caravana que abrió al pueblo el camino, entre collares de Santa Ana, a la justicia y la libertad».#SomosCuba

(Fotos: Leandro A. Pérez Pérez, tomadas de Facebook)