Las anédoctas de «Jimenito»

Entre anécdotas e historias poco conocidas del Camagüey Legendario, hoy refiero a internautas  la de “Jimenito”.

José Marín Varona (1859 -1912),  el consagrado músico nacido en esta provincia de la región centroriental de la Isla, organizó una buena compañía de zarzuelas, integrada por destacadas figuras cubanas, entre ellas su esposa, la “Chata”, formidable primera tiple. Decidió realizar una temporada en su ciudad natal, presentándose en el teatro Principal. La temporada resultó brillante.

Entre los artistas figuraba un joven, nacido en Remedios, que conquistó la simpatía del público, sobre todo de las jóvenes que asistían todas las noches al Principal. Se llamaba José Jiménez de Castro Palomino y procedía de distinguida familia remediana, poseía una bien timbrada voz de barítono, era chispeante recitador y actor simpático capaz de interpretar magistralmente cualquier papel

Fuera del ámbito teatral, era agasajado por las jóvenes y sus familiares, bailaba a la perfección, llegó a ser tan conocido en Puerto Príncipe que todos lo llamaban “Jimenito”.

No se sabe porque motivos cuando Marín Varona y su compañía partieron del Camagüey, Jimenito no los acompañó y se quedó en la ciudad.

En la esquina de Popular y Las Mercedes, había una fonda, “El Prado” propiedad de los hermanos Agustín y Octavio de Miranda, allí se hospedó Jimenito. Allí esperaba el arribo de alguna Compañía para unirse a ella. Mientras aguardaba paciente, no dejaba de divertirse, y sin abandonar su buen humor, entraba y salía de “El Prado”, contemplado por los hermanos De Miranda, que con rostros malhumorados esperaban que soltara la plata.

Los meses transcurrían y Jimenito estaba cada vez más feliz y también más arruinado. Iba dejando su indumentaria en una casa de empeños, para cubrir sus urgentes necesidades. Los hermanos De Miranda le plantearon que liquidara lo que debía, era ya una deuda muy crecida. Jimenito levantó el campamento, y apeló al último recurso, trabajar por su oficio de sastre. Encontró empleo con Manuel López, en su sastrería de la Plaza de Paula, el que se arrepentía de haberlo admitido, ya que los “sablazos” eran constantes y el bueno de López no sabía cómo negarle los pesos para que pudiera salir adelante.

Jimenito quiso asistir a un baile con una joven que enamoraba, pero sus zapatos estaban prácticamente deshechos. Se decidió nuevamente a pedirle dinero a López y este, desde luego, se lo negó.

Jimenito, desesperado no sabía qué hacer, al cabo de una hora se presentó nuevamente en la sastrería para ofrecerle a Lopez unas fracciones de un billete que poseía, a cambio del préstamo solicitado. Aceptó López. Jimenito salió de la sastrería feliz a comprarse los zapatos..

Al día siguiente se enteró que los billetes obsequiados a López les había tocado el Premio Gordo de la Lotería Nacional. Menos mal que Jimenito se quedó con la otra parte de los billetes. Se despidió de López. Se vistió elegantemente y salió para su pueblo con la cartera repleta. Nunca más se supo de él en Camagüey…