El día que nació una estrella en Camagüey

“Era como si por donde los hombres tienen corazón tuviera él estrella. En modo alguno, José Martí pudo tener vivencias personales acerca de Ignacio Agramonte Loynaz, pues era un adolescente habanero cuando a cientos de kilómetros el camagüeyano se convertía en uno de los principales jefes mambises (insurrectos) de la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878) para la independencia de la Cuba que  España gobernaba con brazo de hierro ensangrentado.

Sin embargo, la pluma martiana pudo describir de múltiples maneras al valiente camagüeyano, criollo de pura ley, nacido hace 179 años, en la aún bien conservada – por sus valores históricos- casa marcada con el número 5, de la calle Soledad, en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.

Mary Cruz, una de sus biógrafas, apunta que pudo este acontecimiento ser “otro día cualquiera, en otra casa…aunque no quizás en otro pueblo cubano”, en el contexto del pensamiento de una “Cuba que devenía nación”.

Del hombre que fue a la guerra, destacó: Va a chocar contra personalidades tan fuertes como la suya —aunque quizás no tan puras—, y va a vencer, venciéndose a sí propio en lo que de negativo o egoísta ha tenido. (…)Descubrirá en su personalidad cualidades insospechadas, y será capaz de estructurar un Estado en la manigua, y de transformarse en soldado y hacer de hombres apocados un ejército”.

Foto familiar de los Agramonte Loynaz. Museo Casa Natal Ignacio Agramonte.Tal es la razón por la que cada 23 de diciembre, los cubanos tenemos un momento de reflexión en torno a la vida del insigne patriota quien dejó a un lado la desahogada vida de una familia pudiente para colocarse junto a los hombres y mujeres que emprendieron la marcha por el  tortuoso camino en la formación de la nacionalidad cubana.

A los 27 años de edad, este abogado principeño participa en la organización de movimiento independentista y se incorpora a la lucha armada que tuvo su punto de partida el 10 de octubre de 1868, cuando el bayamés Carlos Manuel de Céspedes cambió el rumbo de la historia, en la Mayor de las Antillas.

Memorable la enérgica actitud sostenida en noviembre de ese año frente a un grupo de vacilantes: “¡Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan: Cuba no tiene más camino que conquistar su redención, arrancándosela a España por la fuerza de las armas!”.

Durante su presencia en el campo insurrecto demostró humildad, dotes de dirigente político y jefe militar en la formación de la caballería mambisa, cuyas cargas eran el terror de las tropas españolas; la huella en la primera constitución de la República en Armas (1869);  su respeto por Céspedes, pese a las diferencias; y el eterno amor por su Amalia (Amalia Simoni) en medio del fragor de la lucha.

El 11 de mayo de 1871, el Mayor General Ignacio Agramonte cae en combate contra fuerzas españolas en el portero de Jimaguayú. Su cadáver quedó en manos del enemigo y fue trasladado a Puerto Príncipe, la actual ciudad de Camagüey.

Con el pasar de los años, la imagen de este preclaro luchador independentista no es un  mito vacío que languidece,  más bien es referencia a las nuevas generaciones de cubanos, pues, como escribiera Martí, “Su luz era así, como la que dan los astros…”