Diez de Octubre: el comienzo

La escena: una plantación y varios  esclavos en plena faena…

El lugar: Bayamo

La fecha: diez de octubre de 1868.

–¿Oíste? Qué raro que la campana del ingenio está llamando a esta hora…

La sorpresa se generaliza hasta que deciden acercarse a la casona, donde ya se congregaba un pequeño grupo alrededor del amo de la hacienda, muy erguido sobre su montura…

Ninguno lo sabía, pero se iniciaba así una de las más grandes Revoluciones que conoció la historia, y sin lugar a dudas la más trascendental del continente americano: un proceso de luchas, sacrificios y entrega a la causa, que se extendió hasta el primero de enero de 1953 y que aún continúa, bajo la prédica  ¨De todos, con todos y para el bien de todos…¨

Aquel diez de octubre se lanzaba a la manigua Carlos Manuel de Céspedes, un acaudalado bayamés que dejó los bienes materiales, las comodidades, la clase social y la familia por una hamaca en pleno monte, las duras cabalgatas de un extremo a otro de la región oriental, la encarnizada persecución de un enemigo implacable  y los combates, hasta ser elegido presidente de la República en Armas.

Vinieron entonces uno tras otro la incomprensión, quizás la envidia, el caudillismo que laceró como una guadaña a la causa revolucionaria, la pérdida del hijo querido cuya vida subordinó al bienestar de su amada Cuba, la soledad y el abandono de muchos.

Cayó el Padre de la Patria en un remoto barranco, rodeado por los españoles y sin su escolta, pero prefirió el suicidio antes que caer prisionero de la crueldad, la saña  y el irrespeto.

Diez años de lucha y martirio concluyeron con la paz del Zanjón, que ni era paz ni otorgaba independencia alguna a la irredenta isla, pero se escuchó con orgullo, como trompeta llamando a la carga,  la clarinada de Antonio Maceo que lavó el honor de todo un pueblo.

 

 

Vinieron los días de incesante ajetreo de Martí y luego la Revolución del 95, organizada y dirigida por el Partido único, el de la libertad, empeño que frustraron las garras del águila yanqui, oportunista y rapaz que daba el golpe de gracia a la debilitada metrópoli europea y arrebataba el merecido triunfo a los mambises.

Pero no cayó en tierra baldía la semilla: En el centenario del Apóstol amanecía en Santiago de Cuba, y la mañana de la Santa Ana se vistió de pólvora y sangre joven, para reiniciar la guerra sin cuartel que concluyó con la victoria de enero de 1959.

Se cumplen 150 años del comienzo  de la Revolución  Única, la que gestó Céspedes y continuaron tantos y tantos hijos que dieron sus vidas por la causa, y que continúa hoy con la batalla en otros frentes, quizás más difíciles, pero en los cuales el estandarte de la dignidad y la justicia no dejará de ondear con orgullo y firmeza.