Aquel día se luchó y se murió en todo el país

Una de las páginas más gloriosas de la historia de Cuba fue escrita el 9 de abril de 1958, cuando las calles de todo el país se tiñeron de la sangre de muchos de sus mejores hijos.

En la cuidad de Florida empleados de los bancos no concurrieron al trabajo, las operadoras de la Compañía Telefónica  abandonaron sus puestos  y los militantes del movimiento 26 de Julio regaron grapas en la Carretera Central para sabotear la circulación de vehículos.

Desde Radio Trópico se había hecho el llamado a la huelga general… sin demorar la irrupción y represalia de la guardia rural, que  penetró en los estudios, en los momentos en que se transmitía el Noticiero del Aire, arremetiendo a planazos contra los integrantes del colectivo realizador del programa, entre los que se encontraba el maestro y periodista Enrique Ayala.

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La más brutal represión se generalizó en todo el país llevando al fracaso aquella acción que a pesar de no materializar los objetivos de victoria armada que se habían propuesto las fuerzas revolucionarias, hizo estremecer los movedizos cimientos del sanguinario régimen que veía el inexorable avance de la lucha rebelde.

“Cuba no tiene miedo, (..) Cuba es todo honor (…) Cuba no podrá volver a ser oprimida ni por nada ni por nadie, Cuba tiene hoy un pueblo que la defiende y un pueblo con millones de cubanos dispuestos a dar su vida por la Revolución”, dijo Fidel aquel 12 de abril en Camagüey, ante el campesinado. La confiable comarca de pastores y sombreros, como llamara a nuestra región, Nicolás Guillén, y la sangre derramada en la Huelga del 9, es la prueba misma de nuestro amor por la soberanía y la tierra en que nacimos.

Los grandes reveses expresan quizás, mejor que las victorias, la magnitud de la lucha. Así de grandes los reveses, mayores aun las voluntades de convertirlos en victorias. En el camino ascendente del pueblo cubano nunca un revés fue ni será definitivo; nunca trajo la parálisis, nunca significó el abandono de la lucha. Las tinieblas del revés jamás apagaron la certidumbre de victoria de los revolucionarios.

Huelga del 9 de abril: La derrota que se convirtió en victoria | Cubadebate