Si no fuera trágico en extremo, daría risa la sangrienta y prolongada campaña de los gobiernos de los Estados Unidos contra el terrorismo, ¨allí dondequiera que este se encuentre, y también contra quienes lo propugnen, alienten o protejan¨.
Dichas así, las últimas palabras del párrafo anterior pueden parecer muy lógicas, si se toma a la ligera el atentado a las Torres Gemelas, cuyo origen aún se debate de mil maneras, ninguna favorable a la administración de turno, que muy bien pudo haber hecho explotar otro Maine (*).
Pero sería muy conveniente para cualquier lector interesado, conocer de manera exacta quienes han fomentado el terrorismo durante décadas, y no solo contra la Revolución Cubana, algo más que demostrado en las sucesivas demandas del pueblo de la mayor de las Antillas contra el vecino del norte, por crímenes y daños causados a lo largo de más de medios siglo.
Autores de una seriedad a toda prueba han escrito sobre la organización y el apoyo de la Casa Blanca o sus servicios especiales a numerosos ataques contra Cuba, que incluyeron ametrallamiento de comunidades costeras, la colocación de bombas en lugares públicos, el incendio de objetivos de interés económico, la invasión por Playa Girón, la creación de bandas de asesinos en las montañas del Escambray y la voladura de un avión civil con 73 pasajeros a bordo (**).
Pero vayamos a lugares más allá de las fronteras de esta islita de gente empecinada en construir con sus propias manos el futuro, y hagamos un breve recorrido por la historia universal desde mediados del pasado siglo hasta nuestros días.
Se conoce que agentes de las agencias especializadas de los Estados Unidos participaron en múltiples asesinatos o intentos de asesinato de líderes cuya orientación no beneficiaba precisamente los objetivos de la potencia.
Forman parte de la larga lista los atentados contra Zhou En Lai, primer ministro chino en los años 50; Kim Il Sung, presidente de la República de Corea (1951), Jawaharlal Nehru, primer ministro de la India (1955), Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto (1957), Ngo Dinh Diem, presidente de Vietnam del Sur (1963)y Patricio Lumumba, primer ministro del Congo (1961) por solo mencionar algunos (***)
Por supuesto, en el conflicto E.U-Cuba no podía faltar tan antigua práctica; de acuerdo con tales ¨principios¨ el Comandante en Jefe Fidel Castro fue objeto de más de 500 intentos de asesinato, la mayoría de ellos abortados en su fase de planificación.
También se ha divulgado hasta la saciedad el papel de algunas estructuras norteamericanas (secretas o no) en la creación y entrenamiento de grupos de asesinos como Al Qaeda y su líder (también asesinado por fuerzas élite de E.U) Osama Ben Laden, o en fecha más cercana el Estado Islámico.
Donde las dan, las toman, dice el viejo refrán, y al surgir conflictos de intereses, los perros rompen la cadena y saltan al cuello de sus antiguos amos; eso lo han pagado con largueza los hijos de la patria de Lincoln y sus aliados.
Claro, no son raros en la historia los casos en que la serpiente muerde su propia cola, o quizás sea más bien como un monstruo mítico que, luego de cobrar vida, devora a su propia madre.
(*)La voladura del acorazado Maine sirvió de pretexto para la entrada de los EU en la guerra de los cubanos contra España, a finales del siglo XIX
(**)Washington o trial: The people of Cuba vs. Government, por David Deutschmann y Michael Ratner (Ocean Press, 1999)
(***)William Blunt, Killing Hope, publicado por Common Courage Press, 1995