Trump y el juicio de la Historia

Como se sabe, Donald Trump llegó al cargo a  través de  incontables manipulaciones de la opinión pública, mentiras, falsas promesas y por supuesto, la labor casi mágica de un equipo de investigadores sociales y analistas.

Estos, mediante el empleo de medios informáticos  estudiaron el pensamiento colectivo y sus reacciones, en una campaña  muy, pero muy parecida al espionaje en fronteras, algo para nada nuevo en la ¨inmaculada¨ potencia de los Derechos Humanos.

Acomodó finalmente el magnate sus rubias posaderas en el sillón de la Oficina Oval y allá va eso (como decía mi abuela) broncas por aquí, perretas por allá, equivocaciones por miles, andanadas de twits irresponsables y mentiras, muchas mentiras.

Así proyectó el muro en la frontera con México, organizó los desacuerdos con China, las amenazas de un holocausto en Corea, las desavenencias con deportistas, cineastas y hasta con los Medios de Comunicación, un hecho inaudito en los Estados Unidos.

Sin tomar un respiro, como no fuese para un partido de golf, una excursión en yate o un ¨party¨ con íntimos amigos y amigas, (qué importan los demás, yo ando bien) incrementó las sanciones a numerosos países, y aprobó el recrudecimiento del bloqueo contra la isla de la dignidad y la vergüenza, por solo citar algunas de sus ¨aventuras¨.

Pero nunca como ahora sufrió su pueblo las consecuencias de los desatinos del blondo mandatario, a quien contra viento y marea parecían favorecer los pronósticos de cara a las elecciones de noviembre próximo.

Ahora se viene abajo el entramado de burbujas construido por el presidente número 45 de la nación del Norte, en momentos en que ocupa la triste primacía mundial de enfermos y muertos por el Covid-19.

Nada menos que el diario The Washington Post afirmó recientemente que ¨con su catastrófica gestión ante el Coronavirus, Trump ya es el peor presidente en la historia de los Estados Unidos¨.

De nada han valido los millones de dólares, ni la cacareada solidez de la economía, ni el enorme desarrollo de la industria farmacéutica…todo falló ante la irresponsabilidad del gobernante y la demostrada fragilidad de un sistema de salud (si es que hay un sistema) que se basa en el dinero y no en el altruista sentimiento de salvar vidas sin mirar a quien.

Estoy seguro de que con su hábito de restar importancia a los problemas ¨Trumpito¨ hará un gesto displicente con su mano y ensayará una sonrisa en su rostro habitualmente ceñudo, mientras afirmará que ¨eso es culpa de otros¨.

Pero los pueblos no perdonan ni mucho menos las heridas en carne propia y la de sus hijos, aún el de los Estados Unidos, cuya capacidad de análisis pareciera haber sido amputada, y el voto dirá la última palabra dentro de algunos meses.

Pero independientemente del resultado  en las urnas, al final  de un proceso  tan prostituido como son las elecciones en la patria de Lincoln  y Lucius Walker, el juicio de la Historia una vez más será tan certero como implacable, porque quien lo duda, Trump es culpable.