COVID 19: Un nuevo desafío

Cualquier análisis sobre esta enfermedad que se ha propagado con letal velocidad y a la cual los expertos reconocen como una de los de mayor virulencia, debe partir de un hecho irrefutable: hasta el momento en Cuba no se ha reportado caso alguno de persona infestada con esta variante de coronavirus.

Y si bien las autoridades sanitarias han detectado a algunos ciudadanos con síntomas que han avalado una sospecha fundada, la observación y los análisis pertinentes no han confirmado la presencia del mal que ha causado miles de víctimas en China y otros países, incluso algunos en la más que desarrollada y altanera Europa.

¿Qué hacer?

La respuesta es sencilla y pasa por la loable y  demostrada organización y eficiencia de nuestro sistema de salud, pero también se impone una alta dosis de responsabilidad colectiva y más aún individual, puesto que solo a la familia y a cada uno de sus integrantes corresponde la vigilancia ¨para adentro de casa¨ con el objetivo de detectar de inmediato la aparición  de alguno de los síntomas y acudir en consecuencia al médico de la familia, primer y esencial eslabón de la cadena en la compleja pero no imposible tarea de preservar vidas y evitar la propagación del contagio.

En fronteras, ya se han establecido los controles imprescindibles y existen los equipos y el personal calificado para ello.

Cuba cuenta con todos los  medios de diagnóstico  oportuno y los profesionales de la salud en los distintos niveles dominan los protocolos de actuación, para llegado el caso, brindar a cada paciente, como siempre desde hace 60 años, el cuidado que requiere en las instituciones hospitalarias.

Sin embargo, mecanismos, controles, especialistas y hospitales aparte, se impone desde ahora el cumplimiento de normas elementales de conducta que lamentablemente no siempre se observan: taparnos la boca al toser o estornudar, colocando el brazo flexionado sobre el rostro, mantener una distancia no menor de un metro al conversar con otra persona, lavarnos las manos frecuentemente y con sumo cuidado, y evitar tocarnos los ojos, la boca y la nariz, al menos cuando estamos fuera de casa.

Somos expresivos y afectuosos, quizás en demasía, pero mientras el flagelo amenace, por favor, cero besos y abrazos de amistad, porque un gesto de cariño, una palabra de respeto y consideración después de un ¨buenos días¨,  ¨buenas tardes¨ o  ¨buenas noches¨ ¿cómo estás? también sirven.