Cultura y Patria

¿Quién no se ha emocionado cuando durante la transmisión de la ceremonia de premiaciones,  de un evento deportivo internacional y escucha las notas del Himno de Bayamo y ve ascender la bandera del triángulo rojo y la estrella de plata?

De igual modo aquellos que por alguna razón viajaron al extranjero, sienten un estremecimiento cuando alguien los identifica o les pregunta:

–¿Eres Cubano?… Háblame de la isla…

Más allá de filiaciones políticas, de cualquier otro sentimiento está el amor a este pedazo de cielo, al mar,  a las costumbres, al habla de la gente, a la forma de ser desenfadada y solidaria de quienes habitan el ¨verde caimán¨.

Resulta muy común que un cubano al saludar a otro lo abrace y le diga ¨mi hermano¨ y no es preciso una llamada telefónica para coordinar una visita, aunque esta signifique viajar largas distancias y poner una nota diferente (aunque no discordante) en la rutina familiar, que siempre hace un alto y abre primero el corazón y después las puertas al recién llegado sin previo aviso.

Siente especial predilección el nacido en la mayor de las Antillas por la música, aunque constituya una de esas raras excepciones en que no resulte un bailador consumado, y a pesar de que  prefiera una sala de conciertos, asiste gustoso al desfile del Carnaval, donde abundan los redobles de tambores, las multitudes que ¨arrollan¨ al paso de las congas y sus estentóreos estribillos.

Nos sentamos lo mismo en la butaca del teatro a disfrutar del clásico Giselle o de un concierto sinfónico, que aplaudimos a rabiar un buen batazo o el fildeo oportuno en un estadio de pelota donde los partidarios de cada equipo pareciera que sueltan el alma sobre el terreno, junto a los jugadores.

Y somos cultos aunque a veces circulen por la vía pública ejemplos vivos que pretenden negar esa afirmación, que se sustenta en la multitud de instituciones dedicadas a promover los sanos valores de las artes y el intelecto, y seamos una de las sociedades con mayor per cápita de graduados universitarios por familia.

 Amantes de la historia, no toleramos el irrespeto por los próceres y mártires, y defendemos a capa y espada la razón que nos asiste en cada palestra internacional cuando se condena el bloqueo y se argumenta la defensa de los Derechos Humanos en un país que escogió su propio destino.

Joviales, humildes y solidarios, como pueden asegurar nuestros médicos, deportistas, maestros, colaboradores y los miles de soldados que se jugaron la vida en la que llamaron con especial sentimiento ¨la patria africana¨.

Así somos, y lo digo sin tontos chovinismos, nos hacemos querer, porque somos buenos, amamos lo nuestro y … también lo compartimos.