El periodismo es mágico. María del Carmen Fuentes Pérez lo siente cada vez que está frente a cámaras. Cuando le toca dejar tras la puerta de la casa los problemas del día a día para asumir con profesionalidad cada emisión de programa y cada trabajo periodístico. En ese justo momento en que se apagan las luces de las preocupaciones y se enciende la luz roja de “grabando”, ella, se entrega.
Su rostro es conocido en esta provincia y en otras. A lo largo de 33 años como periodista de Televisión Camagüey, ha sembrado confianza y admiración en la teleaudiencia, y como dice el refrán: “el que siembra, recoge…”
Una figura derecha, junto a un atuendo cuidadoso y colorido como su sonrisa, combinan perfectamente con la voz afable que narra sus comienzos en el periodismo. Evoca aquel tiempo en que el telecentro tenía apenas siete años en las pantallas, y ella llegó para aprender y enseñar su chispa novedosa.
-Estudiaba en Santiago de Cuba, y en cuarto año de la carrera vine para mi ciudad a hacer las prácticas. Enseguida me enamoré de la televisión. Me gradué e inmediatamente me incorporé. En mi expediente laboral dice que comencé el primero de septiembre de 1992, pero realmente mi primer trabajo oficial fue el 31 de agosto. Tuve la osadía de aceptar el encargo de un comentario sobre el inicio del curso escolar para el boletín noticioso de entonces, que sería en vivo.
-¿Cómo recuerda sus primeros trabajos periodísticos?
-Realmente lo que más recuerdo es el temor tan grande que sentía antes de cada trabajo. Iba camino a la televisión pensando en eso, en cómo lo haría, pero ese miedo te lleva al éxito. Con el paso del tiempo fue disminuyendo. Lo que no ha disminuido es la preocupación por tratar de hacer las cosas lo mejor posible, con dignidad, porque no siempre las condiciones objetivas lo facilitan, pero uno tiene que preocuparse por hacer las cosas al menos dignamente.
-Al poco tiempo de estar en Televisión Camagüey, comenzó también a hacer guiones, a dirigir y conducir programas…
Cursé locución en la Radio, que de algún modo me preparó para la locución en televisión. Me llamaron para abarcar algunos espacios, y comencé a conducir una sección que se llamaba Entre Periodista. Allí discutíamos sobre una situación determinada. Esa sección fue la que llevó luego al surgimiento del programa Presencia. Recuerdo siempre al profesor José Gilberto Valdés, porque él siempre se fijó en los jóvenes y vio las posibilidades que había en ellos.
Hubo otro programa, dedicado a las elecciones generales en Cuba ese año, de lunes a viernes. No recuerdo exactamente el tiempo, pero eran más de 30 minutos en vivo, y me invitaron a mí a conducirlo sin ninguna experiencia.
-De los programas que ha enfrentado, ¿cuál ha sido un reto mayor?
Sin Rodeos fue un reto también, por sus características, por toda la transformación que acontecía en el territorio. De igual manera, las transmisiones especiales en el momento de las honras fúnebres al Comandante Fidel Castro, fueron más de una decena de pases en vivo a la Televisión Nacional. No hubo tiempo para el descanso, ni para doblegarse ante las emociones.
Con poco más de cinco años de trabajo, me enfrenté a la cobertura de la visita del Papa Juan Pablo II en medio de profesionales del país y del mundo. Las transmisiones en vivo cuando han existido huracanes. En fin, que ha habido algunos momentos importantes y retadores.
¿Entrar al estudio de grabación es como atravesar un portal hacia otra dimensión?
-Exactamente. A veces entramos en la disyuntiva, si los periodistas somos o no somos artistas. No me gusta entrar en esas dicotomías. Pero realmente es un momento de actuación pero sin falsedad. Se utiliza un lenguaje acorde, que no es el de la cotidianidad, es la postura, la ropa que eliges, es todo el cuerpo en función de la imagen que estás proyectando. Es un performance, pero desde el punto de vista informativo.
Me apasiona la televisión en vivo. Los trabajos grabados no tienen esa presión adicional. Hay que hacerlo bien. ¡Eso me encanta!
-Todos los días aprendo de lo que hacen los demás. Admiro la labor de los jóvenes. Me siento contenta, feliz por mis estudiantes de Camagüey, de Ciego de Ávila y de las Tunas, los veo crecer y brillar; es como ver a mis hijos avanzar y desarrollarse. Me voy poniendo de ladito, para que los jóvenes ocupen el espacio. Me siento satisfecha con lo que he logrado.
-Entonces, ¿su vinculación a la docencia tiene que ver también con ese deseo por ayudar a los jóvenes?
-La carrera de Periodismo va para 20 años en Camagüey. Yo comencé un poquito antes, con el proceso de universalización en la carrera de comunicación social. Tenía estudiantes con complejidades sociales, y uno no solo cumplía la función de profesor, sino que ayudábamos con lo que podíamos. He tenido grupos con diferentes características, que han respondido a su momento, por eso tenemos que ubicarnos como profesores en ese momento, sin dejar de ser exigentes. Realmente me gusta la docencia, creo que es algo que uno lleva de siempre sin darse cuenta, porque en la escuela, sobre todo en el Preuniversitario, repasaba a mis compañeros.
María del Carmen prefiere las entrevistas como género periodístico, todo lo contrario a lo que pensó cuando era apenas una estudiante, tal vez porque es una persona tímida, aunque desde el primer momento delante de la cámara, esta se tragó cualquier vestigio de timidez. A tantos años de experiencia profesional, le atribuye a ese aparato y al desarrollo de la creación periodística, haber mejorado su postura ante tal carácter.
Lo más que he hecho en mi vida son entrevistas, porque los programas y todos los géneros lo llevan. A veces los alumnos no valoran las asignaturas, pero todas te aportan algo. Yo recuerdo mucho la de Psicología, de la cual fui ayudante en la universidad. Es increíble cuánto impactó en mi personalidad, para utilizar resortes y poder conectar con los diferentes entrevistados.
-¿Cuánto ha evolucionado el periodismo audiovisual desde sus inicios en él hasta hoy?
Unas risas, luego su respuesta en superlativo, porque el tiempo cambia las cosas, en este caso para bien. Recuerda cómo comenzó con las cámaras, grabadoras de sonido y casetes muy grandes, y las dificultades tecnológicas que siempre han existido por lo costosa que es la tecnología para la televisión.
-Si comparamos aquel telecentro con el de hoy, ha cambiado positivamente, no habían computadoras, eran máquinas de escribir. La llegada de Internet facilitó el trabajo. Pero esa precisión que demandaban aquellos equipos, me formó, me dio herramientas para obtener mejores resultados en la práctica. Toda esa evolución se refleja en la calidad de los productos comunicativos.
Ser mujer profesional aún es un reto en la sociedad, porque existen todas las responsabilidades que históricamente se le atribuyeron al sexo femenino en el hogar, desde ser cuidadoras hasta prepararse para el trabajo del día siguiente, acortándose así las horas de sueño. Añade cuánto apoyo recibió de sus padres, para crecer en todos los aspectos. También la ayuda de su esposo e hijos, quienes comprendieron las características de su trabajo.
“Mi motor impulsor es mi familia, nada me mueve más que eso
Antes de estudiar la carrera, admiraba mucho a Yolanda Farrera Sosa, periodista radial en aquella época. Valdés fue un pilar fundamental para mí, era mi consulta en la redacción, como compañeros de proyectos. Eduardo Labrada es otro de mis referentes, lo admiro mucho por su espíritu juvenil, por sus conocimientos y agradezco haber compartido trabajos con él.
En la actualidad respeto el trabajo de Yanetsy León, Abdiel Bermúdez. Gianny López Brito, quien fue mi estudiante y he tenido el placer de ser jurado y entregarle premios a su obra. Me siento orgullosa porque sé que al menos algo muy pequeño de lo que le impartí en las clases está en ese profesional. Hay muchos periodistas que admiro.
Ella se relaja editando los materiales periodísticos en casa, ha encontrado un aliado en esa actividad. Pero tiene otros talentos: las manualidades, como coser y bordar. Muchas de la ropas que usa han pasado por sus mano, eso da la medida de cuán esmerada es. Le gusta la temática biográfica en la literatura y en el cine, una conexión, quizás casual, con su preferencia por la entrevista como género.
¿Cómo debe ser el periodista de hoy?
– El contexto es tan difícil que yo digo que si queremos exponer lo negativo sobraría material, pero la esencia del periodismo no es solo denunciar y exponer, sino contribuir desde el medio de prensa para transformar esa realidad, buscando respuestas. Creo que eso es lo que lastra hoy la credibilidad de nuestros medios. Un periodista no debe desligarse de lo que sucede a su alrededor.
Nunca imaginó llegar hasta acá, pero reconoce que es el resultado de su esfuerzo, de buena planificación, de la constancia y entrega a la profesión, y sobre todo, por actuar dignamente.
-Si me recuerdan que sea por haberme preocupado por las problemáticas de mi entorno, que me esforcé por tratar de que ese entorno se modificara para bien. Que recuerden a una profesional exigente, pero que dio el ejemplo. (Yamnevis Cuellas/ Adelante)