Dos hombres y un destino

Camagüey- Dos sentimientos, y una fecha. Quizá fue la suerte, la casualidad o el destino que el 14 de junio nacieran dos hombres imprescindibles en la historia de Cuba.

Pareciera que el molde fue casi el mismo porque ambos tenían caracteres similares, según testimonios de quienes los conocieron. A los dos le sobraba coraje, y otras cosas, para sostener un combate directo con el enemigo. Uno con machete y otro a tiros, pero combate libertador al fin.

Fue Santiago de Cuba la locación de nacimiento de Antonio Maceo Grajales. De familia de guerreros, Maceo desde joven destacó por su fuerte carácter y amor a la Patria libre. Sus hazañas en la Guerra de los Diez Años le propiciaron el respeto de las tropas insurrectas cubanas.

Si algo define su trayectoria revolucionaria fue la Protesta de Baraguá y su intransigencia revolucionaria. Veitisiete impactos de bala en su cuerpo le otorgaron el Epíteto de Titán de Bronce.

Este hombre gran estratega militar, apasionado de la libertad y la soberanía, tatúa la historia nacional con derroches de heroísmo.

La brújula histórica enlazó al Che en la ruta de Maceo. En la lejana Argentina vino al mundo en 1928. Médico de profesión, se unió a la causa cubana y desembarcó desde el Granma. Se erigió en el primer integrante del Ejército Rebelde ascendido a comandante y jefe de una columna.

Con su tropa llevo la guerra hacia el Occiendente tal como lo había hecho Antonio varios años antes. Después perpetuidad memorias desde el Ministerio de Industria, Vietnam, el trabajo voluntario y Bolivia, específicamente en La Higuera.

La historia pocas veces actúa al azar. Antonio Maceo y Ernesto Che Guevara son distantes en nacimiento y Patria natal. Pero los une la valentía, el carácter recto, la estrategia militar, el temple hacia un enemigo superior, y por supuesto, el amor por Cuba.

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