Cuba, el faro que marca el camino

Para nadie es un secreto que la izquierda latinoamericana ha perdido terreno en los últimos años,  algo que parecía impensable cuando las naciones del continente formaban un sólido haz de voluntades políticas para poner un freno al insaciable apetito del monstruo norteño.

Argentina, Brasil, Ecuador, son ejemplos de lo importante que es para la salvaguarda de la propia existencia como pueblos, mantener la mirada alerta y el pensamiento avanzado y veloz  para responder a los cada vez más poderosos intentos de los siervos de Washington por garantizar el libre acceso a su ¨traspatio¨, y por supuesto, a los recursos que en las naciones centro, suramericanas y caribeñas constituyen verdaderos manjares.

Como siempre, la OEA es un simple instrumento de la voluntad del poderoso señor dólar, y el deslucido personaje que la dirige (desterrado del Frente Amplio por unanimidad)  arremete una y mil veces, con falacias e incalificables argumentos, contra el viril pueblo de Venezuela, contra la heroica Nicaragua, la tenaz y cohesionada Bolivia y por supuesto, contra Cuba.

Acusaciones de violar los Derechos Humanos, de exportar torturadores disfrazados de médicos, de propagar la ideología marxista-martiana-fidelista amparada en batas blancas, son algunas de las súper mentiras que esgrimen quienes carecen de esa arma tan poderosa que es la verdad, la misma  que nos fortalece y ampara.

Es por ello que llena de satisfacción a los corazones nobles la realización en La Habana de la Cumbre del ALBA-TCP, ese instrumento de unidad que surgió de la conjunción de dos gigantes del pensamiento unitario y de la acción revolucionaria: Hugo Chávez y Fidel Castro.

Muchos países de la región, declarada Zona de Paz por iniciativa de Raúl, no han perdido la brújula y hacen oídos sordos a los cantos de sirenas, mientras se guían por el faro de siempre, la pequeña isla asediada, bloqueada, atacada y saboteada, pero nunca vencida ni aislada.

Complacía escuchar la palabra de los líderes de los minúsculos estados insulares, que hablaban  con voz propia y con la mirada puesta en el futuro mejor que alcanzaremos, si olvidamos diferencias y hallamos la unidad en la diversidad para fortalecernos y consolidar nuestras economías, a despecho de los afanes imperiales.

Daniel, Evo, Maduro y muchos otros hicieron vibrar los corazones y demostraron cuánto puede lograrse con sabiduría, cohesión, iniciativa e inteligencia, armas más poderosas que el dinero que paga mercenarios y compra frágiles voluntades de traidores.

La Habana abrió nuevamente sus brazos a sus hermanos, los acogió en esa ciudad declarada Maravilla que pronto cumplirá un aniversario, más bella y renovada, más querida y respetada por aquellos que desde la mayor de las Antillas levantaron sus manos unidas hacia un porvenir sin amenazas, chantajes ni abusos.

Hoy más que nunca es el momento de ¨marchar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los andes¨ y seguir la estela de luz que trazó desde hace más de medio siglo un gigante bueno y sabio: Fidel.

 (Caricatura tomada de www.escambray.cu)