Camagüey: Testigo silencioso (+ INFOGRAFIA)

Aquel sábado, Camagüey apenas salía de su apacible quehacer  como una ciudad provinciana. En un letargo entre realidades y quimeras. Solo en sus calles más céntricas como República, Estrada Palma (Hoy Ignacio Agramonte) y Maceo, la concentración de centros comerciales, de servicios varios y de entretenimiento era alterada la cotidianidad

En unas horas se cambiaría la historia de Cuba y esta Villa Principeña fue un testigo silencioso del paso de los 153 futuros asaltantes de los cuarteles «Carlos Manuel de Céspedes», en la ciudad de Bayamo, y la segunda fortaleza militar «Guillermo Moncada» que albergaba a unos mil soldados de la tiranía de Fulgencio Batista.

Algunos no se dieron cuenta del importante papel que iban a desempeñar esos hombres y mujeres que habían emprendido el camino de la Revolución, con las armas en la mano.

A su paso por la ciudad de Camagüey al mediodía del 25 de julio de 1953, Fidel propone a sus compañeros que viajaban en un auto, almorzar en una fonda del reparto Garrido, conocida por sus comidas criollas. Muchos años después el español Manolo González Pérez dueño del lugar declara a al diario provincial ADELANTE: «Nadie sospechaba en lo que andaban. Yo me enteré al otro día, el 26 de julio, por la radio, que escuché la noticia del asalto al cuartel Moncada. Entonces nos dimos cuenta: ¡caramba! esta gente almorzó aquí».

Mucho menos se dieron cuenta del acontecimiento los dependientes que atendieron al de revolucionarios grupo que viajó en ómnibus Habana -  Santiago de Cuba, el cual hizo una breve escala en el antiguo Hotel Residencial (Hoy Puerto Príncipe); tampoco fueron sospechosos quienes pararon en el Hotel América y utilizaban otras rutas interprovinciales.

El historiador camagüeyano Francisco Luna destaca que el mayor contingente, unos ochenta compañeros, se trasladó en autos, cuyos choferes solo conocían el destino, y cruzó la ciudad sin detenerse.

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