La camagüeyana Elda Cento Gómez, Premio Nacional de Historia 2015, falleció hoy tras una súbita enfermedad que priva de una aguda intelectual que saldó deudas de la historiografía cubana, según publica la versión digital de Adelante.

Profesora titular e investigadora auxiliar era Miembro Correspondiente de la Academia de la Historia de Cuba, presidió la Unión de Historiadores de Cuba, y mereció las Distinciones por la Cultura Nacional y por la Educación Cubana, el Reconocimiento La Utilidad de la Virtud y la condición de Hija Ilustre de la provincia de Camagüey, donde nació el 26 de septiembre de 1952.

Máster en Cultura Latinoamericana por la Universidad de las Artes, creó y compiló los Cuadernos de historia principeña que comenzaron a ver la luz en el año 2001 con el sello de la Editorial Ácana, y fueron galardonados en 2013 y 2014 con el Premio La Puerta de Papel, del Instituto Cubano del Libro.

Recibió en 2004 el Premio Anual de Investigación Cultural del Centro Juan Marinello y el Premio de la Crítica Histórica José Luciano Franco por El camino de la independencia. Joaquín Agüero y el alzamiento de San Francisco de Jucaral Ed. Ácana, 2003, 2009); y una década después volvió a conquistar el “José Luciano Franco” por Del látigo y el jornal. Apuntes sobre la esclavitud en el Camagüey (Ed. Ácana, 2013).

Matar al mambí. Documentos de la ofensiva española en el  Camagüey (1870), (en coautoría con José Abreu Cardet) (Ed. Ácana, 2015) también mereció La Puerta de Papel.

Ganó en dos ocasiones el Premio de la Crítica Histórica Ramiro Guerra, en 2014 por Nadie puede ser indiferente. Miradas a las guerras 1868-1898* (Ed. Oriente, 2013) y en 2010 por Salvador Cisneros Betancourt. Entre la controversia y la fe (Ed. de Ciencias Sociales, 2010) (en coautoría con Ricardo Muñoz).

Su última aparición pública fue el pasado 15 de octubre, en la librería Ateneo Vietnam, como invitada de un conversatorio organizado por el Centro Provincial del Libro y la Literatura, a propósito de la Jornada por la Cultura Cubana. En esa ocasión afirmó: “Para mí es un error desligar los aconteceres de un país de su cultura. Ambos se complementan. Construimos otros hábitos, identidad, pero no podemos negar nuestros inicios”.

También queda su testimonio en un documental reciente, Guáimaro: Cuna de la República de Cuba (2019), dirigido por Alberto Santos y producido por el Centro Provincial de Patrimonio de Camagüey, donde resaltó “cuánto ha puesto Cuba por su libertad y su soberanía, es un camino que tuvo una de sus cotas más altas en Guáimaro”. Al respecto además reflexionó en el ensayo Los misterios de Guáimaro, del libro Cuando la luz del mundo crece. Sesquicentenario de la Asamblea de Guáimaro (1869-2019) compilado por Luis Álvarez Álvarez, publicado por Ediciones El Lugareño, y entregado a los diputados cubanos durante sus sesiones dentro de la Asamblea Nacional de abril de este año.

Su aguda inteligencia, su humor constante, su incondicionalidad a su patria y a la historia son de entre otras muchas cosas que nos deja. La historiografía cubana sufre una sensible pérdida. Para quienes estuvimos junto a ella y su familia una pérdida irreparable. Su partida sorpresiva hace que la herida sea más profunda. La historia de Camagüey en particular le dio sentido a su vida, José Martí su referente obligado

Así destacó en su muro de Facebook, José Rodríguez Barreras, director de laOficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, de quien era asesora.