El aura blanca

 

En mayo de 1860 un ave blanca apareció entre la bandada de auras que sobrevolaban, en el cielo camagüeyano, el hospital de San Lázaro y la Quinta Simoni. En junio, el ejemplar fue expuesto en la Casa de Gobierno. Su captor había sido el doctor José Ramón Simoni Ricardo, director honorífico del hospital.

 El religioso franciscano José de la Cruz Espí -el Padre Valencia-, tenía el cariño del pueblo principeño, al   brindar servicios, mediar en disputas y aconsejar y un día  decidió construir ese lazareto que fue orgullo de la ciudad. Pero he aquí que murió, y llegó la escasez y el hambre para los míseros leprosos.

 Cuentan que auras tiñosas recorrían ya el abandonado huerto del hospital, en espera de los cuerpos de los famélicos enfermos. De repente, apareció un ejemplar albino de la especie. El aura blanca se dejó coger mansamente, y hasta dicen que parecía querer acariciar las llagadas manos de sus captores.

 Al día siguiente todo Puerto Príncipe comentaba que el alma del Padre Valencia, tantas veces invocada en medio de los sufrimientos de los lazarinos, había bajado a ellos.

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  El interés general fue tal que se hizo una exposición pública del ave. Se puso precio a la entrada. Lo recaudado se destinó a aliviar las perentorias necesidades del hospital.

  Con igual propósito fue paseada por el país y para incrementar la recaudación, el aura blanca fue después rifada. Vendida para seguir obteniendo el dinero que tanto precisaba el hospital, llegó a Matanzas, allí la adquirió, en perfecto estado de salud, el sabio naturalista Don Francisco Ximeno, para su zoológico personal.

 Allí murió y se realizó el trabajo de taxidermia. Ximeno la mantuvo entre los ejemplares de su colección hasta que la vendió al Museo de Historia Natural del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza. Hoy se puede ver en el Museo Provincial de la Atenas de Cuba, en el Palacio de Junco. Este ejemplar albino de la especie Cathartes aura es uno de los exponentes más antiguos de Cuba.