Trabajo o milicia…

La historia me la contaron a dos voces, sus protagonistas, padre y tío de un entrañable amigo.
Debo  decir, como especie de descargo, que la familia de marras casi en su totalidad, se caracteriza por un enorme y a veces complicado sentido del humor.
Vivían todos en la finca de los abuelos, a inicios de los 60 del pasado siglo, y como la gran mayoría de los jóvenes cubanos de entonces, el hermano mayor se incorporó a las milicias.
El menor, con apenas 15 años, deseaba por encima de todo, dejar las labores del campo, y clamaba por un trabajo que cambiara su rutina.
Pasaron un mes, y otro y muchos más, y apenas había noticias del miliciano que combatía a las bandas contra revolucionarias que por entonces actuaban en las montañas del Escambray, al centro de la isla.
Un buen día llegó una carta, concisa, en la cual tras saludar a grandes y chicos, el hermano proponía al menor que se reuniera con él, pues había conseguido un empleo seguro y estable.
Luego de breves preparativos (unos pocos trapos en una caja de cartón atada con un cordel) partió el entusiasta muchacho, quien veía los cielos abiertos lejos del surco y del molesto lidiar de madrugada con las vacas y el fango.
Tres días después, y luego de un accidentado viaje por caminos intransitables, localizó el lugar donde acampaba la tropa, en un remoto paraje de la serranía.
Efusivo fue el encuentro y de inmediato el mayor preguntó al visitante:
-¿Por fin estás dispuesto a trabajar? ¿En lo que sea?
-Ahora mismo- fue la respuesta decidida.
Se  dirigió entonces el miliciano al teniente que comandaba la compañía, y con una sonrisa de oreja a oreja, le espetó:
-Teniente, aquí tiene al miliciano de quien le hablé, está que arde por empezar.
Para ahorrar detalles diré que 50 años después, el menor se pone serio, muy serio, con esta historia.
Pero obligado es decirlo en su favor, cumplió con responsabilidad y valentía numerosas misiones, por espacio de más de un año en que estuvo movilizado en la lucha contra bandidos.
Vaya, que el chico no se ¨rajó¨ pero mire usted que broma esa.