Soberbia vs. Inteligencia del tema pendiente en las relaciones Cuba y EE.UU

(Tomado de www.giron.cu)

Bien sabida es la sentencia de que no puede engañarse a todo el mundo todo el tiempo, pero lo verdaderamente doloroso es cuando alguien ignora a sabiendas que el resto de la humanidad ha descubierto la mentira, y pretende saltar olímpicamente sobre el sentido común.

Esa especie de autoengaño mezclado con el  odio enfermizo y la sin razón que se prolongan durante décadas, es lo que caracterizó a sucesivas administraciones de los Estados Unidos de Norteamérica, en relación con el injustificado bloqueo contra Cuba.

Sugerencia: Todo lo que Obama aún puede hacer para erosionar el bloqueo (http://www.cubadebate.cu/noticias/2015/12/17/todo-lo-que-obama-aun-puede-hacer-para-erosionar-el-bloqueo/#.VnLbF17uiz4)

No se trata de que los cubanos, principales víctimas de las medidas estranguladoras recrudecidas por las leyes Helms Burton y Torricelli, sean los únicos que argumentan la absurda decisión. Cuando todas las naciones, incluidas las  aliadas de EE.UU, salvo una  excepción más que conocida, deciden condenarla,  huelgan los comentarios, y salta a la vista de qué lado está la verdad.

También personalidades e instituciones norteamericanas, cuya filiación política e ideológica dista años-luz del Socialismo, han advertido desde hace años  el craso error reiterado, al mantener una medida tan cruel como absurda e ineficaz.

Nadie dudaría del patriotismo del ex presidente de Estados Unidos, James Carter, quien expresó en cierta ocasión: «A mí me gustaría  que el embargo se acabara hoy mismo…»

Bill Clinton, otro ex mandatario de la nación norteña, afirmó públicamente hace algún tiempo  su deseo de que se levanten las restricciones, y añadió que «el embargo no ha funcionado…»

George Schultz, antiguo secretario de Estado, subrayó  y no precisamente  a la luz de la actual postura del presidente Obama con respecto a la isla: «no me parece inteligente la decisión de mantener el embargo».

Pero hay más: The New York Times publicó hace algo más de un lustro,  que el bloqueo ¨ «es un anacronismo» y exhortó a Obama a presionar al Congreso para levantar la medida.

Mientras, dentro del Congreso Federal se han presentado numerosas iniciativas y proyectos encaminados a flexibilizar o eliminar el cerco que trata de asfixiar a once millones de personas desde hace medio siglo.

Cabe la pregunta: ¿NO se vanaglorian los gobiernos de USA de presidir los destinos del país de las libertades, donde todos los ciudadanos tienen abiertas todas las posibilidades?

Entonces ¿Por qué no puede un norteamericano común viajar a Cuba cuando se le antoje, y tampoco puede un agricultor, ganadero o comerciante vender sus productos o comprar lo que le plazca en el mercado de la isla?

Para nadie son un secreto las posibilidades que dejan pasar los empresarios al no poder invertir en un país ubicado a sólo 90 millas, y que abre opciones apetitosas en sectores como la minería, o el turismo, por sólo citar dos renglones.

De nuevo, las voces se alzaron en el plenario de la  ONU para decir NO al bloqueo, un clamor que –al menos para hacer una digna excepción y demostrar su tantas veces repetida inteligencia–deberían escuchar los señores legisladores de la súper potencia que intenta aplastar sin lograrlo, a una pequeña isla del Caribe, por la única falta de querer andar con sus propios pies, el camino que eligió hace más de 50 años.
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