Un guerrero en el parque fundacional

El Parque Ignacio Agramonte,  Mayor General de las luchas independentistas,  además de atesorar pasajes históricos muy ligados a la fundación de la antigua villa principeña, resulta una invitación permanente para el descanso por la espontánea belleza que entrega.

Ignacio Agramonte el hombre que a la guerra

Fue el sitio desde donde se originó el inicial núcleo urbano de la comarca, con sus casas techadas de guano. Esta simplicidad constructiva fue cediendo terreno ante el demostrado arrojo de los nativos, contratiempos naturales, y hasta un incendio además de las ocasiones, que los vecinos enfrentaron a los piratas invasores y depredadores de sus bienes.

De acuerdo con la costumbre peninsular de edificar núcleos en torno a una llamada Plaza de Armas, la explanada en el sitio, actual Parque Central, recibió en aquel entonces tal nombre y en su entorno se erigieron la Catedral y el Ayuntamiento, transformados en imponentes ejemplares arquitectónicos.
 
Mucha sabiduría en torno a su querida ciudad de Camagüey reserva el investigador Fernando Crespo Baró, quien se brinda para quienes  buscan datos y referencias acerca de la demarcación, desde la Oficina del Historiador de la Ciudad y siempre resulta impresionante, corroborar el enciclopédico conocimiento que posee, en torno a la historia de la región.

  No fue un hecho fortuito, asegura, que el Consejo Territorial de Veteranos de la Independencia escogiera el parque fundacional, para levantar la estatua ecuestre dedicada a Ignacio Agramonte Loynaz en febrero de mil novecientos doce. Se trataba del  tributo al reinicio de la lucha contra el dominio español.

 El homenaje tomaba en cuenta también otros hechos como el fusilamiento allí del lugareño Francisco Agüero Velasco, Frasquito y la ubicación de cuatro palmas que encarnaban    el recuerdo del insigne patriota Joaquín de Agüero y otros tres mártires fusilados por el colonialismo peninsular. 

   El historiador Fernando Crespo ofrece el dato curioso de que fue un matancero residente en la localidad, Raúl Lamar Salomón, quien dirigió la Sociedad Popular Santa Cecilia, autor de la iniciativa de levantar un conjunto escultórico en la antigua Plaza de Armas, para perpetuar la memoria de Agramonte, tomando como modelo la estatua de Simón Bolívar que existe en Caracas, Venezuela.

 Los esfuerzos, agregó, quedaron coronados el veinticuatro  de febrero de mil novecientos doce, en que fue develada la obra por Amalia Simoni, viuda de Ignacio, acompañada por la hija de ambos, Herminia.

 La forma y belleza de la escultura, a partir de ese momento, revolucionaron todo el espacio y dialogaron formal y estéticamente con la armonía de la arquitectura tradicional del entorno del Parque. Porta éste la serena belleza del arte, en una dualidad de cometidos que subraya la historia y coadyuva a la educación popular. 

Prestigia la cultura de un pueblo, recalca el investigador camagüeyano, el haber conservado y defendido por años las glorias históricas y el Parque como espacio de mayor connotación de la localidad.

 No fue fortuito que el acto de declaratoria oficial por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, le tuviera como escenario, ni que sea atendido con exquisitez por la Oficina del Historiador de la Ciudad, protagonista de su restauración capital, cual fragmento honroso que es del devenir principeño. En el sitio, el respeto de todo un pueblo es respirable.

 Se escucha en el murmullo de las cuatro palmas reales, custodias de otra venerada muestra de amor patrio Ignacio Agramonte Loynaz, el inolvidable Mayor General que convoca, montado en su caballo Ballestilla y con el sable en la diestra a la conquista y salvaguarda de la definitiva independencia.