Fidel: discurso histórico, palomas y el ¿voy bien Camilo?

Atrás había quedado una semana de emociones, de encuentros con multitudes de pueblo enardecido por el triunfo del Ejército Rebelde, que tuvo su bastión en la Sierra Maestra, en tanto extendía las fuerzas revolucionarias al centro y occidente de la Isla. Era el paso de la Caravana de la Libertad, encabezada por el Comandante en Jefe, desde Santiago de Cuba hasta La Habana.

Alrededor de mil combatientes habían llegado a la capital del país, en vehículos y blindados requisados a las derrotadas fuerzas armadas –superior en número, armamento y logística– del tirano Fulgencio Batista, que huyó del país en la madrugada del primero de enero, con maletas de dinero mal habido y páginas sangrientas de represión a los cubanos.

Ese día se cumplía el futuro de uno de los augurios de largo alcance que caracterizó a Fidel, cuando seis años antes, poco antes del asalto del movimiento revolucionario al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, expresó:

«Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante…»

Las banderas no cayeron al suelo. Luego de la prisión fecunda se organizó la expedición del yate Granma que arribó a las costas cubanas el 2 de diciembre de 1956. El movimiento 26 de Julio creció y creció.

Aquellos vientos trajeron estas marejadas de multitudes de pueblo nunca antes vistas quienes vivían las primeras jornadas de soberanía que trajeron los mambises del siglo 20. Hombres y mujeres habían acudido al antiguo cuartel de Columbia para escuchar al primer discurso del Líder de la Revolución, calificado de histórico y trascendente, convertido en un ícono del proceso social que cumple 58 años.07ef88a0-c042-4b8a-a1e4-ceb2063f21ec

Generaciones de cubanos y cubanas hemos construido una sociedad con todos y para bien de todos, contra el viento y la marea de las adversidades,  a partir de aquella  profética frase de Fidel “…este es un momento decisivo de nuestra historia. La tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizás en lo adelante todo será más difícil”.

Aquella  noche del 8 de enero de 1959, el discurso de Fidel tuvo otros dos momentos trascendentales.

El primero de ellos cuando una paloma blanca se posó en el hombro del Comandante en Jefe y otras dos en el pasamano de la tribuna. Eran un símbolo en un discurso donde se habló mucho de paz y conciliación nacional. También la gente pensó en la deidad yoruba Obatalá, el Elegido, el hijo de Dios, o en “que era el enviado de Cristo”, según  el comandante Juan Almeida en un documental dirigido por Estela Bravo.

El segundo, cuando en una pausa en sus palabras, se volvió al Héroe de Yaguajay, y preguntó «¿Voy bien, Camilo?», una frase que se hizo popular.

El acto terminó a las dos de la madrugada del día 9 de enero.

Hoy, con el legado en vida del héroe invencible, tenemos el sano orgullo de continuar por el camino correcto, sin renunciar a los sueños. Ese es el mejor homenaje.

 

 

(Fuentes: Cubaperiodistas, Cubadebate y los periódicos Trabajadores y 5 de Septiembre)