El voto

No se trata de una simple consigna, de esas que muchas veces no pasan de eso: algunas frases con mayor o menor acierto, que pueden mantenerse vivas durante cierto tiempo, y algunas por repetidas, se inscriben en el lenguaje popular; otras, calan bien hondo en el quehacer de todo un pueblo.

Entre estas  sin dudas se cuenta   ¡Patria o Muerte, Venceremos!, una  bandera  que nos legó el Comandante en Jefe de nuestro último Ejército Libertador, el de los barbudos de la Sierra Maestra.

Esta consigna guió a los cubanos en más de un combate, incluso sin ser proclamada a voz en cuello, sino como un hondo sentimiento que en los momentos más difíciles, cuando pudiera parecer que todo acaba, infunde fuerzas para seguir adelante, resistir y vencer.

No es consigna el llamado al voto de cada cubano digno (y somos millones) el próximo 24 de febrero, una fecha que posee en sí misma la fuerza de mil convocatorias, por tratarse de aquella memorable jornada en que ¨se rompió el corojo¨ y lanzó a los mambises, con renovadas fuerzas,  a la carga por la libertad de la patria oprimida.

Es mucho más que la insistencia por acudir a ejercer un derecho soberano, se trata de refrendar un texto que sintetiza lo mejor del pensamiento jurídico y social de la Cuba actual, y persigue abarcar un universo de artículos encaminados a reafirmar, en primer lugar la legitimidad de los hombres y mujeres de esta tierra de construir su Socialismo, y hacerlo con todos los derechos y deberes que se corresponden a ese país que queremos.

Estamos en la obligación moral de respaldar con el voto a todo un proceso que demandó cientos de horas de trabajo por parte de un numeroso grupo de probados revolucionarios, reconocidos especialistas  y también cubanos de filas, quienes dieron lo mejor de sí para entregar a su pueblo el documento base que se enriqueció con la más grande consulta popular que ha conocido el mundo.

En cada cuadra, en cada centro laboral o de estudios, se analizaron con profundidad todas las líneas del proyecto de Carta Magna, y libremente los ciudadanos emitieron sus criterios, plantearon sus dudas y formularon sus propuestas, las cuales  en no pocos casos tendieron a variar para bien el texto sometido a la consideración del ¨respetable¨, como lo llaman algunos.

Votar es corresponder a esa confianza otorgada por la Asamblea Nacional, por la máxima dirección del Partido y el Gobierno, para que todo ciudadano de la Cuba de estos tiempos manifestara libremente su criterio, y entre todos lograr una Ley de Leyes que se parezca a nosotros y a lo que queremos para nuestros hijos.

No se trata de una simple frase, cuando se emplea la expresión ¨Votar por la Patria¨ puesto que de eso se ha tratado todo el complejo proceso previo, de construir el documento por el cual se regirán los destinos de once millones de hombres, mujeres, niños y ancianos a quienes confiere en primer término el mayor respeto y toda la dignidad inherente al ser humano, cualquiera sea su credo, su color, su empleo, su filiación política o sus preferencias sexuales.

Entonces, el 24 de febrero  ¿votamos?… pues claro, y hagámoslo con el SÍ.

 

(Ilustración tomada de Radio Ángulo, Holguín)