El amor por la ciudad es lo primero

Todos celebramos muy contentos cada nuevo aniversario de nuestra añeja Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy flamante ciudad de Camagüey, capital de la provincia d el mismo nombre.

Y la inmensa mayoría nos alegramos cuando una parte de su Centro Histórico fue declarada Patrimonio de la Humanidad, designación que obedece a valores significativos en el entramado por demás curioso de sus calles y callejones, sus plazuelas, por la arquitectura y por el grado de conservación de todo el conjunto.

Cada comienzo de febrero nos aprestamos a festejar el cumpleaños de nuestra urbe, que ya suma más de medio siglo, y saboreamos con especial deleite cuando explicamos a cualquier visitante las características del laberíntico trazado de sus arterias, de tal o cual rincón o inmueble.

Sin embargo, entre los más de 300 mil seres humanos que pueblan este singular asentamiento, hay algunos que, aunque pocos en número, hacen sentir con particular impacto su reprochable conducta.

Así, saltan olímpicamente por encima de las regulaciones urbanísticas, y en ocasiones lo más preocupante es que amén de afear el entorno y violar lo establecido, ponen en peligro la salud de los peatones.

Cientos de multas se aplicaron en el 2016, y resulta sistemático el trabajo de los inspectores, pero a todas luces es insuficiente, por la sencilla razón de que aunque somos muchos, no todos velamos por el orden, ni exigimos respeto por esa ciudad que tanto proclamamos amar.

Es necesario ganar en organización pero sobre todo, en coordinación para lograr un trabajo ágil y dinámico por parte de las autoridades, en pos de que se resuelvan las situaciones antes que estas se conviertan en problemas.

Si un ciudadano proyecta una construcción que no encaja en ninguna de las variantes comprendidas por la ley, resulta imperdonable detener la obra cuando esta ha avanzado un buen trecho hacia su terminación; entonces sería obvio demoler, con el consiguiente trauma para todos.

Hasta tanto no cambie la percepción de cada camagüeyano sobre el tema, será muy difícil, por no decir imposible, lograr la ciudad que tanto anhelamos organizada, limpia, que impresione a los visitantes, pero entre los muchos ingredientes que es preciso mezclar para ello, el primero es el amor hacia nuestra villa.

Que levante la mano quien al deambular por sus calles, no sienta despertar en ese lugar indefinible del cerebro o quizás del pecho, sentimientos que llevan en sus alas retazos de lo mejor de cada vida… démosle entonces a esta señora de más de medio siglo la parte de afecto que con razón y urgencia reclama.

Entonces estoy seguro, seremos mejores.