“Los médicos que salven vidas, nosotros les cuidaremos la retaguardia

Podría parecer cursi, pero a Didier Acosta lo movió el amor. Sucedió una tarde, cuando su esposa llegó del hospital donde trabaja y le habló de la necesidad de aumentar el cuidado del rostro para los médicos de la sala de terapia intensiva. Entonces la creatividad y la vocación de lo útil provocaron el aguijonazo de ayudar, un impulso que se extendió por el país y derivó en la creación de cientos de máscaras protectoras para quienes batallan contra la COVID-19.

“Busqué en Internet y encontré algunos modelos para confeccionar máscaras protectoras. Al mismo tiempo un amigo de estudios me envió un video de un español fabricándolas. Ahí encontré la solución y desempolvé una impresora de 3D, revisé varios tutoriales y videos sobre cómo configurarla y comencé. Así salieron las primeras 13 caretas”, recuerda.

A simple vista, cualquiera pensaría que estas máscaras son implementos sencillos. Una parte protege el rostro y evita el contacto con las microgotas que contienen el virus, mientras otra sirve para fijarla en la cabeza de médicos y enfermeras. Sin embargo, existe mucho aquí de ingenio y estudio.

“Soy Ingeniero Eléctrico y provengo de ese mundo de la tecnología. Además, desde hace nueve años me dedico a la impresión y estoy familiarizado incluso con la impresión en 3D. Al principio utilicé el mismo material que empleo para la encuadernación, pero se agotó muy rápido y nos dimos cuenta de la importancia de llegar a más personas y cubrir una necesidad real de productos que Cuba importa”.

Didier no se detuvo y apeló a la amistad. Así se sumaron dos cuentapropistas más y entre todos ampliaron la idea inicial: utilizarían recortería de policloruro de vinilo —el conocido PVC— para confeccionar algunas piezas de las máscaras de forma artesanal. Sin embargo, aun debían solucionar el problema de la carencia de materiales para la parte transparente, un asunto que resolvieron con la inventiva propia de los cubanos.

A Didier se le sumaron algunos amigos. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

“Empleamos unas pocas láminas de acrílico y así llegamos a poco más de 50 máscaras, pero aun nos parecían pocas. Entonces vimos la posibilidad de utilizar pomos plásticos para crear la pieza y enseguida nos pusimos en esa función. Una ayuda importante la ofreció la directora de los laboratorios de Labiofam en Ciego de Ávila, pues enseguida apoyó y nos cedió varios recipientes que tenía inutilizados”.

En ese momento otro trabajador por cuenta propia se sumó al grupo. Como si la iniciativa tuviera ese halo de emoción que poco a poco enamora a quienes la conocen, entre todos decidieron crear nuevos equipos para los hospitales del territorio. Para estos grabadores, fotógrafos, rotulistas, impresores o mecanógrafos, de pronto no existía más prioridad que poner todo su ingenio al servicio de la salud.

Didier explica cada detalle de su trabajo en el último mes con una operatividad que a la vez delata su formación como ingeniero y la experiencia de nueve años como líder de un negocio de impresión, fotografía y encuadernación.

Así, por ejemplo, cuenta cómo intenta unir esfuerzos con otras empresas del territorio para encontrar materiales para nuevas caretas. Hasta el momento ya han entregado más de cien máscaras y la aceptación de médicos y enfermeras lo deja satisfecho.

“Al menos cubrimos la demanda básica, aunque queremos más. La idea la socializamos en un grupo que varios trabajadores por cuenta propia tenemos en WhatsApp y casi enseguida se volvió viral. Todos comenzaron a aportar diseños y propuestas de nuevos materiales. Estamos listos para seguir. Ya demostramos que somos un país pobre en recursos, pero rico en valores humanos. De esto solo podemos salir todos juntos”.

Yadián: “Lo hago de corazón”

Yadián entregó sus primeras máscaras al Hospital Mario Muñoz de Matanzas. Foto: Cortesía del entrevistado.

Yadián Pérez Bernal fue uno de los que leyó en el grupo de WhatsApp sobre la creación de las máscaras protectoras. Apenas supo de la iniciativa y decidió intentarlo. Su negocio de rotulación y grabado y una experiencia de varios años como informático en la Fiscalía Provincial de Matanzas le garantizaron los conocimientos básicos, pero tampoco fue un proyecto sencillo.

“Hablé con los vecinos y me ayudaron con algunos materiales. Así terminé las primeras 30. Sin embargo, no contemplé dejar un espacio para las gafas que usa el personal de salud para protegerse y cuando respiraban se les nublaban los espejuelos”, recuerda.

Se dice y parece fácil, pero Yadián confiesa que dedicó horas a pensar cómo solucionar el problema sin desperdiciar productos. Si gastaba de más, significaba caretas dejadas de entregar; si corregía mal el defecto, perdería un valioso tiempo. Por suerte encontró el mejor camino, agregó un segundo arco para separar la mica protectora y cambió el pegamento por otro que funcionaba mejor. El primer gran obstáculo estaba salvado.

Entonces entregó las primeras caretas al Hospital Mario Muñoz, el centro médico de su ciudad encargado de atender a los pacientes confirmados con la Covid-19. El Intendente del municipio sirvió de enlace y en solo horas las caretas tuvieron su estreno.

“Las placas de acetato y micas para plastificar son materiales certificados y no presentan fisuras en la superficie, así que no existe peligro de que el virus puede traspasarlas. A su vez, ellas se suman a las existentes en el hospital y al resto de los medios de protección”.

Cuando a Yadián se le pregunta por la nobleza de su gesto, él apenas responde con cuatro palabras: “lo hago de corazón”. Son 15 letras que encierran horas de trabajo, días de poco descanso, vista cansada y mañanas de poco dormir. Guardan también la historia de un agradecimiento.

“Hago estas caretas porque me siento comprometido con mi país. Antes de comenzar me hice esta pregunta: ¿Cuántos conocimientos he recibido yo gratis de Cuba? Mi atención médica gratis, el parto de mi esposa igual, la salud de mi niño de solo 8 meses. Este es mi agradecimiento a la Revolución. Y seguiré haciéndolo porque ella me lo ha dado todo”.

Hasta el momento de los talleres de este joven de 29 años han salido más de 70 máscaras protectoras. Pero Yadián, humilde y modesto, aun no está satisfecho. “Continuaré y las próximas caretas van para la Dirección Provincial de Salud. Los médicos que continúen salvando vidas, que yo les cuidaré la retaguardia”.