Guáimaro, expresión de la voluntad del movimiento independentista cubano.

La Constitución de Guáimaro fue la primera de la República en Armas, expresión de la voluntad del movimiento independentista cubano, proclamado por los libertadores, tras el levantamiento de La Demajagua.

El historiador Julio Le Riverend señala que el gran mensaje de la Asamblea de Guáimaro no es solamente el de la unidad y la organización es, el mensaje que, un pueblo cuando se lanza a la revolución tiene que saber tras de qué va y qué le ha de venir después.

El apóstol en Patria, escribió: “esa primera Constitución es un código donde puede haber una forma que sobre, pero donde no hay una libertad que falte”.

Meses después de iniciada la Revolución, se reúnen en Guáimaro los patriotas y como cuenta en una de sus crónicas  Martí: “Guáimaro libre nunca estuvo más hermoso que en los días en que iba entrar en la gloria y en el sacrificio.  Era mañana y feria de almas, la calle era cabalgata”.

Hace ciento cincuenta años, el diez de abril, los patriotas se reunían en la casa de José María García. Ignacio Agramonte estaba emocionado, aquella obra en gran parte era suya y junto con Antonio Zambrana  presentaba la ley política fundamental que aprobarían los cubanos.

Al repasar la historia Ricardo Alarcón de Quesada, quién fue Presidente del Parlamento Cubano, dijo: “Aquí se dio, por primera vez, la expresión  más alta de lo que serían los principios fundamentales: pelear hasta el final por la independencia absoluta del país y la igualdad entre los seres humanos; la idea de la justicia social llevada realmente a la práctica con la abolición de la esclavitud y con el ejercicio de derechos civiles y políticos iguales para todos los hombres, independientemente del color de su piel y de su origen social.

    

Foto: Tomada de Cubadebate

En la Asamblea de Guáimaro se discutió además, cuál sería la bandera nacional. Por aclamación unánime, después de elegir, a propuesta de Ignacio Agramonte, la bandera que había enarbolado Narciso López, la primera por la que se derramó sangre cubana, se acordó que la bandera de Carlos Manuel de Céspedes permaneciera al lado de aquella en la sala de sesiones, acuerdo que hasta hoy se cumple en el Parlamento Cubano.

El día 12 de abril,  concluye la Asamblea de Guáimaro, con la aprobación de la Constitución y la formación del primer gobierno cubano, encabezado por Carlos Manuel de Céspedes, ocasión en la que juramenta: Cuba ha contraído en el acto de empeñar su lucha contra el opresor, el solemne compromiso de consumar su independencia o perecer en la demanda; en el acto de darse un gobierno democrático, el de ser republicana. 

Dos días después, animada por Ignacio Mora y Antonio Zambrana, Ana Betancourt, presenta una petición a la Cámara de Representantes, leída por Ignacio Agramonte y en la que pide que tan pronto como estuviese establecida la República, concediese a las mujeres los derechos de que en justicia eran acreedoras.

La elocuencia es arenga, y en el noble tumulto, una mujer de oratoria vibrante, Ana Betancourt,  anuncia que el fuego de la libertad y el ansia del martirio no calientan con más viveza el alma del hombre que la de la mujer cubana.

Guáimaro entra en la historia de Cuba, con la aprobación de la Constitución más revolucionaria de su época, pues fue, en su momento, la más avanzada de todo el mundo conocido. Guáimaro dio lecciones de democracia al mundo: allí se reconoció la igualdad, no sólo formal, sino de derechos civiles y políticos, de todos los cubanos.

Horas de heroica virtud vivió Guáimaro, pero un mes después se ordena, salvar del enemigo, por el fuego, al pueblo sagrado: Ni las madres lloraron, ni los hombres vacilaron, prendieron la corona de hogueras a la santa ciudad y cuando cerró la noche, se reflejaba en el cielo el sacrificio.

Ardía, rugía, silbaba el fuego grande y puro. En la casa de la Constitución ardía más alto y bello. Guáimaro nunca fue más libre

A ciento cincuenta años de firmada la primera Constitución cubana y con enarbolando el principio de independencia que primó en aquella ocasión, los cubanos nos aprestamos a dar el sí a la nueva Carta Magna cubana, para seguir defendiendo la Revolución que iniciara Céspedes y llevara a la victoria el Comandante en Jefe Fidel Castro.